ESPAÑA

Los etarras Sarasola y Portu volaron la T-4

Los terroristas pretendían colocar un coche-bomba en el centro financiero de Madrid En agosto fallaron en un ataque a Marina D'Or

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La explosión de la T-4 de Barajas acabó con dos vidas humanas, causó destrozos valoras en 90 millones de euros y enterró las esperanzas de paz bajo toneladas de escombros. Ayer se supo que los autores de aquel salvaje atentado fueron Igor Portu, Mattin Sarasola y Mikel San Sebastián, tres jóvenes de Lesaka que junto con su cómplice Josu Iturbide. Los dos primeros fueron detenidos el domingo en Mondragón mientras que sus compañeros permanecen huidos.

Los cuatro formaban uno de los comandos más secretos de ETA y de una mayor efectividad. Estaban activos desde el año 2002 y hasta ahora no se había encontrado ningún rastro sobre sus acciones, pese que ETA se habían basado en su trabajo a la hora de introducir explosivos o terroristas en España. Además, desde el 2004, ellos mismos habían participado en la colocación de bombas. Llevaban una doble vida perfecta. Portu era un asistente social, Iturbide trabajada de peón de albañil y San Sebastián presentaba ganado en ferias. Formaban una cuadrilla conocida en Lesaka y vinculada a la izquierda abertzale, surgida alrededor de equipos de fútbol locales y grupos de danzas. Cuando ETA quería cometer una acción especial recurría a ellos.

Eso sucedió el 30 de diciembre de 1995. Mattin Sarasola, quien permanece dependencias policiales desde el pasado domingo, declaró ante los agentes que él, San Sebastián e Igor Portu recibieron una furgoneta bomba y se encargaron de viajar con ella hasta Madrid. La aparcaron en la terminal de Barajas y avisaron a las fuerzas de seguridad de su inminente explosión. La deflagración acabó con la vida de Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate.

Según aseguró ayer el director de la Guardia Civil y de la Policía, Joan Mesquida, las descripciones de Sarasola sobre el atentado son tan precisas que sólo las podían conocer los autores y los investigadores.Una de las claves secretas que ha permitido verificar su declaración, en este sentido, es una grabación de las cámaras de seguridad en la que se ve a un hombre con una muleta y una maleta de ruedas que, en los días previos al atentado, recorre el aparcamiento y parece tomar medidas del estacionamiento. Sarasola ha reconocido que él fingió la cojera para examinar con detenimiento la T-4 e intentar utilizar el falso defecto físico para engañar a los investigadores que vieran las cintas. Este dato había sido mantenido oculto por las fuerzas de seguridad durante un año.

Hasta llegar a la destrucción de la T-4 el grupo había realizado una larga carrera dentro de ETA. Todo comenzó en 2001, cuando fueron captados por su amigo José Antonio Aranibar, otro joven de la cercana localidad de Vera de Bidasoa. El primero en aceptar trabajar para la banda fue Sarasola, quien reclutó a sus compañeros de cuadrilla, Portu, San Sebastián e Iturbide.

Los primeros trabajos del grupo consistieron en ayudar a los miembros de la banda a entrar y salir de España. Los cuatro habían crecido junto a la frontera y eran los más adecuados a la hora de ayudar a los terroristas a evitar la presencia policial. Con el tiempo, una vez que la banda tuvo confianza en ellos, les encargó también el traslado de explosivos y armamento. Según fuentes de la lucha antiterrorista, algunos comandos desarticulados en Valencia y en Cataluña habían recibido sus armas gracias a los viajes de los cuatro de Lesaka.

En 2003 Aranibar huyó a Francia después de que su nombre apareciera en los denominados papeles de Susper, el listado de jóvenes captados hallado en poder del entonces jefe de ETA, Ibón Fernández Iradi. Tras su huida, Aranibar consiguió ascender dentro de la banda hasta convertirse en el lugarteniente del actual mando militar de la banda, Garikoitz Aspiazu, Txeroki. Y seguía contando con sus amigos de Lesaka.

Extorsión con intereses

A finales de 2005 les encargó su primera acción terrorista. El 21 de diciembre les fijó una cita con un etarra en la localidad navarra de Santesteban. Sarasola y sus cómplices tenían que encargarse de que el terrorista llegara sin problemas hasta la discoteca Bordatxo, situada en el pueblo. Cuando el miembro de la banda aparcó una Volkswagen Candy cargada con 50 kilos de explosivo junto al local, sus colaboradores le ayudaran a marcharse y cruzar la frontera. La explosión destrozó por completo el establecimiento, hasta el punto que fue necesaria derruirla para construirla de nuevo. Su propietario, José Beola, explicó los motivos del atentado: se había negado a pagar 42.000 euros, más 4.320 de intereses, la cifra que le exigía ETA en concepto del denominado impuesto revolucionario. La siguiente vez que Aranibar volvió a contactar con el comando de Lesaka fue en septiembre de 2006, con la tregua en vigor. El encargo que recibieron esta vez no fue la comisión de un atentado.

Fusiles de asalto

Mattin Sarasola y Josu Iturbide tuvieron que escoltar a un miembro de ETA no identificado hasta el monte de Aritxulegi, en Guipúzcoa, donde la banda escenificó una puesta en escena similar a las del IRA irlandés en la que defendía el uso de la violencia y se anunciaba: «Tenemos la sangre preparada para darla (por Euskal Herria)». Sarasola, Iturbide, y el tercer etarra, encapuchados y vestido del negro, culminaron el acto con una salva de disparos al aire con fusiles de asalto.

La aparición de Aritxulegi fue el preludio. Tres meses más tarde, el comando de Lesaka se encargó de cometer el atentado de la T-4, un ataque en el que se voló por los aires el aparcamiento de Barajas pese a que la tregua de la banda seguía en vigor y no se había anunciado que la banda había decidido dar por concluido el alto el fuego.

Los cuatro jóvenes de Lesaka permanecieron inactivos durante seis meses. En julio, su jefe directo, José Antonio Aranibar fue detenido en la localidad gala de Saint Jean Pied de Port cuando pretendía introducir un coche bomba en España. Pero la cúpula de la banda no dejó de contar con ellos. En agosto del año pasado, después de que ETA anunciara de manera oficial la vuelta a la violencia, recibieron el encargo de atentar contra un complejo hostelero de Oropesa, en Castellón, según ha confesado Mattin Sarasola. Según las sospechas del instituto armado, el ataque tenía como objetivo Marina D'or, la ciudad de vacaciones más conocida de España.

Portu, Sarasola e Iturbide recibieron una Mercedes Vito cargada con más de cien kilos de explosivo y se trasladaron con ella a Valencia. El sábado 25 aparcaron en un paraje apartado de la localidad de Les Coves de Vinromá, en un lugar tan aislado que un vecino sospechó algo al ver el vehículo y avisó a la Guardia Civil. Los agentes del instituto armado inspeccionaron, de noche, el automóvil, sin llegar a ver a los dos etarras que permanecían escondidos en el interior. La patrulla se marchó con la intención de regresar al día siguiente pero los terroristas, al creerse descubiertos, decidieron activar la bomba y regresar a Navarra.

En los últimos meses el comando no había permanecido inactivo. En diciembre, Sarasola y Portu alquilaron un coche y se desplazaron hasta Madrid con la orden de recoger información con la que preparar un gran atentado. Su objetivo, esta vez, eran el gigantesco parque subterráneo de la zona de comercial de Azca, un área estratégica de Madrid en la que tienen su sede importantes españolas. La fecha en la que se iba a cometer ese atentado se desconoce con exactitud aunque, según diversas fuentes, el ataque podría estar todavía en una fase muy primaria.

Pero el comando tenía más misiones que la preparación de ese atentado. Había recibido el encargo de desplazarse el pasado domingo a Mondragón para esconder dos pistolas en un zulo que debían recoger otros miembros de ETA. Un control de los GAR de la Guardia Civil localizó a Portu y Sarasola mientras se dirigían al depósito. Ese día, los agentes levantaron el velo del comando más secreto de la banda.