«Sueño con que esto sea una trastada de mi hija»
La madre de la chica mantiene la esperanza de encontrarla. Reconoce que están muy unidas, pese a tener problemas propios de cualquier adolescente
Actualizado: Guardar¿Cómo te sientes? Fue la pregunta más dura a la que ayer tuvo que contestar Audrey Fitzpatrick ocho días después de la desaparición de su hija Amy. Con la voz quebrada por la emoción respondió como pudo ante una nube de flashes y cámaras de televisión: «Sigo soñando y pensado que sea una trastada de Amy y que se haya ido de las manos y tema volver. No pierdo las esperanzas. Si estás por ahí no tengas miedo de volver a casa. Te queremos en casa, donde tienes que estar. Si tienes algún problema vuelve y lo solucionaremos».
La diferencia con su primera aparición pública hace cuatro días era evidente. Más cansada, centró parte de su intervención en desmentir la información publicada en los últimos días en medios de comunicación irlandeses consciente de la expectación mediática que ha levantado el caso. Acompañada de nuevo por su actual pareja, David, y la familia de éste, Audrey defendió la investigación llevada a cabo por la Guardia Civil e insistió en la buena relación que mantenía con su hija. «Estamos muy unidas, pero tenemos problemas, como una madre y una hija de esa edad. Claro que tenía ataques de histeria, pero eso es normal en un adolescente. Si alguna vez ha salido siempre hemos estado en contacto, con llamadas, y siempre ha vuelto después de dos o tres días».
También aseguró que no tenía problemas en el instituto y que había dejado los estudios hacía unos meses, pero sin intención de marcharse a Irlanda. Arremetió contra las últimas declaraciones vertidas por amigos de Amy al asegurar que pueden perjudicar la investigación y contra la prensa británica por no hacerse eco de la noticia, a pesar del peso de la comunidad británica en la Costa del Sol. Confirmó que sabía que en varias ocasiones le habían ofrecido subir a un coche. «También me ha pasado a mí y a más chicas de Riviera del Sol, pero ella nunca aceptó subirse con nadie». Acto seguido, hizo un llamamiento a las personas que pudieran tenerla retenida a la fuerza: «Dejadla marchar. Es muy cariñosa y nunca ha hecho mal a nadie. Debe de tener mucho miedo».
Con lágrimas en los ojos, Audrey se sinceró con la prensa. «Cada día estoy más y más preocupada y triste pensando en ella. Sigo viéndola entrar en la casa e ir directamente a la nevera», añadió antes de dar las gracias a los medios de comunicación, a la Guardia Civil y a todos los voluntarios.