Sarkozy liga amor y política
El presidente galo, que da a entender que se casará en secreto con Carla Bruni, defiende la transparencia «Soy el único que ha decidido que el Parlamento fije mi salario», señala
Actualizado:Nicolas Sarkozy dio a entender ayer que se casará en secreto con Carla Bruni, con quien mantiene un comentado idilio que «va en serio» y que ha transformado en la prueba más llamativa de su política de cambio y apertura. «He reflexionado mucho en esta cuestión, no he querido mentir y me he inscrito en ruptura con una tradición deplorable de nuestra vida política, la de la hipocresía y la mentira», declaró en alusión diáfana a sus predecesores en una multitudinaria conferencia de prensa con la que el presidente francés trató de capear el temporal de los primeros malos índices de popularidad.
Cerca de seiscientos periodistas de unos cuarenta países aguardaron más de una hora en la Sala de Fiestas del palacio del Elíseo a que el anfitrión finalizara su prolongado discurso introductivo para plantear el interrogante que ardía en todos los labios: ¿se va a casar con Carla Bruni? «Lo extraordinario es que han tenido la amabilidad de esperar a la segunda pregunta de la rueda de prensa. El mundo entero está pendiente de esa cuestión. Es su lado sentimental y, por mi parte, yo también lo soy», ironizó el presidente al responder a la reportera televisiva que había formulado la pregunta.
«Va en serio»
«Con Carla hemos decidido asumir lo nuestro. Va en serio pero no será la prensa quien fije la fecha» de la boda, declaró Sarkozy en una confirmación implícita de las revelaciones sobre un futuro matrimonio. Aunque el semanario Le Journal du Dimanche publicó el domingo que la ceremonia se celebrará el 8 o 9 de febrero próximos, el novio indicó a los informadores que «hay fuertes probabilidades de que se enteren cuando ya esté hecho».
Animal político visceral, corazón incluido, Sarkozy lleva hasta la intimidad su dinámica aperturista a sectores de la izquierda moderada al elegir como prometida a una artista que apoyó la candidatura de Ségolène Royal, su rival socialista en la carrera al Elíseo, y criticó luego los test de ADN impuestos a los inmigrantes candidatos al reagrupamiento familiar. La dimensión rupturista del romance más sonado del orbe político con los usos cortesanos del centrista Valéry Giscard d'Estaing, el socialista François Mitterrand y el gaullista Jacques Chirac -todos presidentes con amantes secretas- se ocupó él mismo de ponerla de manifiesto cuando se erigió en el campeón de la transparencia.
«Con Carla hemos decidido no mentir. No queremos instrumentalizar nada pero tampoco escondernos», resaltó el portavoz deliberado de la pareja. «Yo no quería que, bajo capa, ustedes describieran la misma hipocresía», añadió el mandatario que el pasado 18 de octubre se convirtió en el primer jefe de Estado francés que se divorcia en el ejercicio de su mandato al separarse de mutuo acuerdo de Cecilia Ciganer-Albéniz, su segunda esposa. «No habrían hecho antes una pregunta así en tales circunstancias a pesar de que sabían todo. Es muy satisfactorio para mí. Francia evoluciona», constató.
El paralelismo con la doble vida de Mitterrand, que mantuvo una segunda familia a cuentas de las arcas públicas, le sirvió para autojustificarse ante las críticas por las vacaciones a cuerpo de rey pagadas por sus amigos multimillonarios. «¿Qué se prefiere? ¿Qué me desplace a expensas del contribuyente francés y que haga venir a una segunda familia en otro avión?», retó a los socialistas que le han recriminado el uso de un aparato privado prestado por el magnate Vincent Bolloré para su reciente viaje a Egipto.
«Hay problemas de seguridad para un jefe de Estado que es seguido por una decena de personas, entre ellas el ayuda de campo que le mantiene relacionado con el Ejército francés para la bomba atómica», alegó antes de enfatizar que «esto no ha costado un céntimo al contribuyente».
Emolumentos
Las alusiones pérfidas a Chirac también le valieron para justificar la subida del 140% en los emolumentos como presidente, uno de los ángulos de ataque de la izquierda al defensor del lema «trabajar más, para ganar más». «Soy el único que ha decidido que el Tribunal de Cuentas controle el presupuesto del Elíseo y que el Parlamento fije mi salario. Nadie lo había hecho antes», proclamó.
«La deshonestidad tiene límites, se llama la transparencia. Soy un hombre honesto, no he tenido aumento salarial», aseveró. «Como si alguien pudiera imaginarse que un presidente de la República se contentara con 7.000 euros al mes antes que yo», remachó. Por si quedaba alguna duda, cuando se le reprochó encarnar una monarquía electiva, se preguntó de manera retórica: «¿Creen entonces que soy el hijo ilegítimo de Jacques Chirac que me ha puesto en un trono?».