Olmert y Abbas reciben a Bush sin límites para la negociación
Una vorágine de protestas amenaza con empañar la presencia del presidente norteamericano hoy en Israel
Actualizado:La decisión, que será presentada al presidente de EE UU durante la visita oficial de tres días a Israel y los territorios palestinos que comienza hoy, se anunciaba la víspera también para tratar de eclipsar la vorágine de protestas que amenazan con empañar la presencia de Bush en Jerusalén. Una marea de manifestaciones, entre las que se teme un intento masivo de invasión de la Explanada de las Mezquitas por parte de radicales judíos y el bloqueo de las carreteras por las que transitará la comitiva, que ya arrancaban ayer con la concentración de miles de nacionalistas de la derecha israelí en torno a las murallas de la Ciudad Vieja, que se expresaron en contra de una posible división del enclave.
No obstante, la declaración de Olmert y Abbas servía también para incendiar los mensajes de los partidos ultraconservadores, Shas e Israel Beitenu, opuestos a cualquier concesión crucial, que advirtieron otra vez con abandonar la coalición que sostiene en el poder a Olmert.
Presiones de Washington
El anuncio de que los grupos de trabajo recibirán permiso para abordar «todos los aspectos del acuerdo de paz» se producía en respuesta a las presiones norteamericanas, encabezadas por la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, que en vísperas de esta visita han exigido a israelíes y palestinos exhibir «progresos» que disipen la preocupación de Bush de salir desacreditado de este viaje histórico si se comprueba que el camino de Anápolis ha quedado en punto muerto.
Sin embargo, tan interesados como el presidente estadounidense en mantener viva la ilusión del proceso están también Olmert y Abbas, dos líderes en estado de extrema debilidad, cuya supervivencia política depende en lo internacional del apoyo de Washington y, en lo doméstico, de ganar la batalla en un mismo terreno: la construcción de colonias en Cisjordania y Jerusalén. Los palestinos exigen una congelación sin excepciones, mientras que Israel confía aún en retener ciertos asentamientos acogiéndose, precisamente, a la carta que en 2004 escribió Bush tachando de «poco realista» la vuelta total a las fronteras de 1967.
A razón de 17.000 euros la hora, el dispositivo de seguridad desplegado en Israel está ya listo para recibir al inquilino de la Casa Blanca, que en esta primera jornada se entrevistará en Jerusalén con el presidente israelí, Simon Peres, y el primer ministro, Ehud Olmert.
El sistema incorpora una tupida red de 10.000 agentes hebreos en coordinación con un inmenso contingente de protección especialmente traído de EE UU para esta visita de alto riesgo, que incluye helicópteros, blindados y equipos de inteligencia.