La imposible dieta sana
CALLE PORVERA Estos días me siento algo pesada, con el estómago aún revuelto por las comilonas navideñas y mirando de reojo cómo me sientan los vaqueros después de varias semanas de excesos, falta de control y mucho más alcohol y dulces de los que acostumbro. No les descubro nada nuevo, porque el que más y el que menos está en las mismas.
Actualizado: GuardarY es que sobrevivir a las fiestas navideñas es ya otra de las tradiciones del comienzo del año en la que todos quieren ayudar y aportar su granito de arena en forma de consejo. A mí me llegan de todas partes comentarios de la necesidad de volver a la dieta sana, de una buena alimentación y bla bla bla... Pero seamos realistas, seguir una dieta mediterránea no es tan fácil como parece.
Ante todo hay que dejar claro que mi problema no es de voluntad, es más bien de cuenta corriente, que también ha salido muy perjudicada de las fiestas y que ahora lo tiene difícil para costear esa nueva vida sana. Porque ya me dirán cómo hago para pagar el pollo -que todos aconsejan en lugar de las carnes rojas- si está por las nubes, o las cinco piezas de fruta diaria de las que últimamente tenía que pasar casi de largo porque yo sí que tengo serios y reales problemas para llegar a fin de mes. Y de la leche mejor ni hablamos... Menos mal que el agua la puedo beber del grifo y que el pan está fuera de la dieta, porque al precio al que estaba sólo me empujaría aún más al precipicio.
En este punto, sólo me queda ahorrar en gasolina y transporte público -como mi amiga Virginia- y venirme andandito al trabajo.