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La suerte de McCain

El senador por Arizona John McCain, voluntarioso y respetado en el centro-derecha americano, puede ser el gran beneficiado de lo que suceda en las primarias de New Hampshire, asumiendo que él ha batido a Mir Romney en el campo republicano y, sobre todo, el descontado triunfo de Barack Obama entre los demócratas y la profunda herida infligida a Hillary Clinton.

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Todo esto es especulación y se basa no solo en la hipótesis de que Hillary pierda rotundamente en New Hampshire, como indican ahora las mejores encuestas y de que Romney sea derrotado por McCain, también preanunciado con menos contundencia, sino de que Clinton se mantenga en la carrera y no se recupere fuertemente en el supermartes (cinco de febrero) cuando votarán los megaestados que envían muchísimos delegados a las convenciones partidarias.

Asimismo, dependería de a quién tomaría como vicepresidente Obama y, en fin, de que no se produzca lo que al distinguido colega Timothy Garton-Ash le parece, no se sabe por qué, un dream team con Hillary en la presidencia y el novicio Obama en la vicepresidencia.

Este criterio asume el argumento teórico del principio: cuando llegue de verdad la hora de nombrar a un presidente ¿no se preferirá la experiencia, la edad y el rodaje de Clinton? Obama en una escuelita de Iowa no es trasladable sin más al Despacho Oval. Hillary, en cambio, conoce la casa. Y tanto Garton Ash, tampoco se sabe bien por qué, cree que la segura cercanía de Bill Clinton como consejero ayudará mucho y la gente estará eligiendo, de hecho, al matrimonio.

Pero la realidad sugiere más bien lo contrario: se ha escrito mucho estos días que la presencia del ex-presidente o de la ex-secretaria de Estado y clintoniana de nómina, Madeleine Albright, han perjudicado objetivamente a Hillary porque los electores parecen preferir un cambio genuino que es también, o sobre todo, iconográfico: nuevas caras