LA GLORIETA

Suba al Titanic 2008

No le deseo felicidad para el año que viene. Espero que tenga problemas. Rezo a San Serrat para que el viaje hasta 2009 sea largo, con escollos -que ninguno rompa el barco-. Conjuro a las musas más deseadas de La Punta y el Holyday (cada uno hace su altar con lo que puede) para que se haga mejor persona, que mida sus fuerzas, que se pruebe a sí mismo. La cordialidad anual de pedir felicidad está a medio camino entre un anuncio de compresas para quinceañeras discípulas de Paulo Coelho y un mensaje de Los Lunnis. Usted, que se deja un euro en palabras, no merece filosofía barata ni prospectos de antidepresivos negro sobre blanco. Le invito a montar en el Titanic, en tercera, con un matarratas en una mano y una rebequita, por si refresca, en la otra.

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Convierta en unas Termópilas 2008. Dinamite las maletas, los barcos, los puentes de 2007 (esperemos que Manterola no lo lea); queme lo que odia a lo bonzo y prenda sus envidias, sus miedos y su comodidad. Que despierte en la unidad de quemados de diciembre de 2008 un hombre nuevo: usted, sin buenas intenciones, sin buenos propósitos pero, con ganas. Como primer acto, puede usted mandar un mail al que firma lo presente diciendo que todo esto es una imbecilidad con moralina de bar cutre.

Haga una remodelación de su plaza de Sevilla interior, sin respetar el edificio de la Aduana. Tire la valla de su muelle, amplíe Comillas, Ciudad, Alfonso XIII, haga un maremágnum y prepare tres bicentenarios. Rompa los cuatripartitos de sillón, que la alta velocidad no dependa de engañosas dobles vías. Olvídese de liberar los peajes y, recuerde, se hace camino al andar (si es sin asfaltar, mucho mejor).