Paradojas de la vida
En España abortar es un delito. La Ley de 1985 despenaliza tres supuestos. El primero de ellos -grave peligro para la vida y salud física o psíquica de la embarazada- ampara más del 97% de los abortos que se practican y constituye un auténtico coladero para convertir de facto el aborto en libre. Hemos asistido en los últimos días, al desmantelamiento de las clínicas de Barcelona, Madrid y me pregunto si no viviremos en una sociedad hipócrita y enfermiza que no duda enarbolar la bandera de los derechos humanos al tiempo que aniquila el más fundamental de los mismos: el derecho a la vida. Y todo ello edulcorado con un falso progresismo y un feminismo trasnochado.
Actualizado: GuardarSí, causa espanto comprobar cómo ciertos colectivos nos «alimentan» la sobremesa defendiendo con vehemencia la prohibición de las corridas de toros, sin embargo, permanecen impasibles ante informaciones de fetos descuartizados e introducidos en una trituradora. Esta es la cruda realidad, no nos engañemos ni permitamos que nos engañen. ¿Acaso no resulta más «progre» apoyar económica, social y psicológicamente a la mujer embarazada ofreciéndole otras alternativas para que no se vea abocada a abortar?
Me consta que en Andalucía se ha promovido una iniciativa legislativa popular para implantar la red madre con un amplio respaldo social pero las autoridades han hecho caso omiso de la misma. Tras cada aborto se esconde un drama personal -que no refleja las estadísticas- que nos interpela a todos, pues no olvidemos que la supervivencia de ese hijo depende la supervivencia de la sociedad.
Victoria Guillén. Cádiz