ENTREGA. El padre Jiménez Zayas posa junto a la fachada principal del centro de Fadricas.
SAN FERNANDO

Compañeros de mesa y apuros

La nueva sede del comedor benéfico de El Pan Nuestro necesita la ayuda de los isleños para afrontar los gastos mensuales de su mantenimiento

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El tradicional halo de ilusión propio de la víspera del Día de Reyes fue aprovechado ayer por el párroco de La Inmaculada, Juan Jiménez Zayas, para hacer balance de los primeros meses de vida de la nueva sede del comedor benéfico de El Pan Nuestro, ubicado en pleno polígono industrial de Fadricas.

El sacerdote aseguró que la decisión de abandonar las antiguas instalaciones que el comedor ocupó durante décadas en el barrio de la Casería de Ossio no ha hecho sino mejorar la calidad de vida de los más necesitados. «El nuevo edificio es mayor y está mucho mejor preparado para atender a los comensales. Sin ir más lejos, sus prestaciones nos permiten dar cobertura a las necesidades diarias de unas 115 personas pertenecientes a más de 40 familias isleñas», detalló Jiménez Zayas.

El responsable del comedor indicó que los beneficiarios del Pan Nuestro destacan entre las ventajas de la nueva sede su moderna zona de duchas y aseos y su buena comunicación con el transporte urbano, ya que sólo unos pocos metros separan al centro de una parada de autobús. «Ninguna persona merece menos que otra por el mero hecho de ser pobre y las prestaciones de este complejo confirman esta regla. Por otro lado, los usuarios del comedor se han mostrado respetuosos y cuidadosos con las nuevas dependencias», señaló el sacerdote.

Dificultades

La mayoría de los logros también presentan su lado negativo y el párroco de La Inmaculada explicó que el proyecto del comedor de Fadricas ha atravesado todo tipo de contratiempos desde su concepción hasta su puesta en marcha. El primero de estos problemas nace del alto coste que supone mantener cada mes el nuevo edificio de El Pan Nuestro en Fadricas. «En la actualidad afrontamos un gasto mensual medio de 12.000 euros que ha llevado nuestra cuenta a unos preocupantes números rojos. Dicha cifra sirve para pagar los salarios de los seis profesionales que trabajan en el recinto y para abonar las facturas que generan las instalaciones en conceptos tales como luz, agua y gas», subrayó Jiménez Zayas.

El sacerdote explicó que las donaciones recibidas durante las pasadas fiestas navideñas aliviaron en cierta medida este contratiempo habitual. «La generosidad de los isleños nos permitió reunir algo más de 5.000 euros y una importante cantidad de víveres durante Navidad», recalcó el párroco.

Jiménez Zayas afirmó confiar en que el alto grado de compromiso social de los habitantes de San Fernando permita salir a El Pan Nuestro de estos apuros mensuales, ya que las ayudas anuales aportadas al comedor por el Consistorio, 6.000 euros, y la Junta de Andalucía, 13.000 euros, no son suficientes para mantener los actuales gastos. «El colectivo gastó todos sus ahorros en dotar de mobiliario a las instalaciones de Fadricas», aseveró el responsable del comedor.

En el recuerdo, y muy por detrás, quedan problemas ya superados por el colectivo, como las obras complementarias del suministro eléctrico que el pasado verano retrasaron la apertura del centro durante más de un mes.

Los donativos recibidos por los isleños permiten mantener cada mes el moderno edifico de más de 700 metros cuadrados que se erige en el polígono de Fadricas. Entre sus dependencias, el centro comprende dos patios interiores, una sala de estar, una lavandería, un área de almacenaje provista de cámaras frigoríficas, una azotea, un ala de despachos para los trabajadores y una zona de aseos y duchas.

sanfernando@lavozdigital.es