Los Reyes de las sobras
Los padres que tienen hijos con menos de cinco años, acostumbran a aprovechar la llegada de los Reyes Magos para eliminar algún objeto que su hijo ya no debe usar. Es un recurso habitual decirles que los monarcas ilusionistas se han llevado el biberón, un chupete o un trasto molesto, cualquier cosa que ya no le conviene. Es una fórmula poco traumática de quitarles lo que ya les estorba, justo en un día en el que parece que sólo hay que darles. Pero está claro que sobran muchas cosas. Hay demasiado de todo. Demasiados juguetes. Demasiadas marcas de coche y de perfume. Demasiadas cosas a la venta y demasiados compradores. Ni los temores de crisis restan tanto exceso de tantas cosas. El pasado jueves, cuando salieron los terribles datos del desempleo en Cádiz, una joyería tuvo que instalar un luminoso con números para que los clientes, amontonados por decenas ante los mostradores todos los días, pudieran ser atendidos por orden. No era una panadería, ni una pescadería, ni una frutería. Era una joyería. Sigue habiendo demasiado. Así que, como lo de pedir cosas por estas fechas está muy visto, parece mejor intentar elegir lo que los tres barbudos en camello pueden llevarse de lo mucho que le sobra a Cádiz hoy que emprenden su regreso al País de Nunca Jamás, en el que comparten piso con Peter Pan. Que se comporten, por un día, como porteadores de Tarzán, como empleados de la limpieza, que una cura de humildad no les va a venir nada mal.
Actualizado:Lo primero que podrían cargar, para eliminarlas de esta tierra, son las excusas, aunque resulta complicado que tengan tanto espacio en las alforjas. Aún así, a ver si se las llevan y los gaditanos se preguntan, de una vez, qué pueden hacer para que sus cifras de paro sean el doble de malas cuando son malas y la mitad de buenas cuando son buenas. Que se echen encima también la hipocresía que rodea los grandes conflictos laborales en los que algunos de los afectados son los que menos interés muestran por encontrar una solución real. Que metan en un gran saco el doble rasero que tira casas ilegales mientras deja en pie grandes construcciones con decenas de sentencias en contra. Que se lleven allá lejos a los que tratan de imponer su religión a los demás. Que se lleven también la miopía de los partidos políticos capaces de colocar en sus candidaturas a ministros atareadísimos, con altas responsabilidades en su formación y en el Gobierno, sin vinculación alguna con la provincia, sólo porque beneficia a los intereses de unas siglas, nunca a los ciudadanos. Que quiten de en medio a muchos de los que consienten esta situación desde hace más de 20 años y jamás dan un paso al frente. Que arrastren a su paso a los que se creen mejores por haber nacido aquí y a los que se creen mejores por haber nacido fuera de aquí. También a los que construyen pisos donde había jugueterías y cines de barrio. Que se vayan los Reyes con los que sólo piensan en Carnaval y con los que desprecian el Carnaval. Que carguen con las dudas que, todavía, impiden saber qué hacer con el Bicentenario, qué será del Oratorio y qué se puede montar en esa maravilla inutilizada del Castillo de San Sebastián.
Más que pedir, más que traer, mejor que se lleven todo esto. Sería un buen principio de año
Atasco bajo tierra
Todavía hay tres meses para explicar por qué los gaditanos van a tener que vivir a partir de marzo un calvario para entrar y salir del casco antiguo a cambio de construir un aparcamiento subterráneo y ampliar otro. ¿Tan necesarios resultan? ¿No hay otra fórmula de crear bolsas de estacionamiento que bajo el suelo, a través de empresas privadas o municipales? Alguna vez, algún ayuntamiento tendrá que explicar por qué se le conceden tantas facilidades a las empresas que trabajan en este sector, el segundo más odioso sólo por detrás de su primo hermano el ladrillo.
Cada vez más aparcamientos, siempre rodeados de disuasorias zonas azules, siempre sin alternativas más económicas. Buena parte del muelle apenas tiene uso, hay grandes solares sin utilización alrededor de la Plaza de la Hispanidad, hay más opciones para no tener que pasar esa enorme molestia pero quizás no sean tan rentables. Cuánta prisa para construir otro subterráneo y qué poca para hacer un puente, para reparar jardines nauseabundos, para renovar una estación de tren, para arreglar una plaza de abastos que se cayó a pedazos durante una década Qué fácil resulta distinguir entre las obras que se hacen para ganar dinero y las que no. Las primeras se inician a toda velocidad, siempre cumplen los plazos, nunca se paralizan. Una vez hechos estos estacionamientos, además, las empresas particulares o municipales, por desgracia no hay mucha diferencia, se dedican a ingresar, ingresar e ingresar, sin reinvertir casi nunca una milésima parte de los beneficios en ofrecer un mejor servicio.
La limpieza, la iluminación y el acondicionamiento de buena parte de los aparcamiento subterráneos de Cádiz lo demuestra. El de San Antonio ha sido remozado, tras dos décadas de asfixia, oscuridad y lamparones, sólo porque lo ha exigido el Ayuntamiento. Les han tenido que poner la cara colorada. Para que ese tipo de empresas tenga otra mina de oro que explotar nos vamos a meter todos en un atasco diario durante más de un año cada vez que haya que entrar o salir del centro de Cádiz.
No es de extrañar que la población baje a tal velocidad.