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Los niños toman la ciudad en la noche de la ilusión
Actualizado: GuardarCarlos quería ayer que su padre lo subiera a hombros para ver mejor la cabalgata, Manuel tiraba del brazo a su madre preguntando cuánto faltaba para ver a los Reyes y Cristina, ya más mayorcita, se estiraba todo lo que podía para ser la primera en verlos venir. Sin embargo, Felipe dormía plácidamente y bien tapado en su carrito porque lo cierto es que, en la puerta del parque González Hontoria, los 45 minutos de retraso de la salida de la comitiva dio para todo.
Mucho antes, desde las cuatro de la tarde, las familias jerezanas se acercaban a las inmediaciones del recinto para ir reservando sitio con comodidad. El ir y venir de personas fue constante también en el interior del parque al que, finalmente, se podía acceder. Para la mayoría de los asistentes, el cambio de itinerario es muy positivo: «Es mucho mejor para los niños», aseguró José Alberto Cordero, con una pequeña de dos años en brazos. «Vivo cerca de esta avenida y no tengo necesidad de coger el coche», añadió. Lo mismo argumentó Sonia Morales, también con familia: «Aquí hay más sitio para aparcar». La amplitud de Álvaro Domecq es también otra de las ventajas de el nuevo punto de salida de la cabalgata del 5 de enero: «Esta calle es más ancha y es más cómodo para los niños», puntualizó Carlos Abad. Desde luego, el ambiente en una de las arterias principales de Jerez fue inmejorable.
Coronación
La solemne coronación de Sus Majestades también estrenaba ubicación en el patio de Armas del Alcázar de Jerez, sitio que embelleció aún más si cabe esta emotiva ceremonia. Fueron cientos los jerezanos, en su mayoría niños, los que acudieron a primera hora de la tarde a recibir a los Reyes en este lugar tan cargado de historia. Apurados de tiempo, Melchor, Gaspar y Baltasar –junto con los ilustres Carteros Reales– cruzaron veloces la ciudad para montarse en sus tronos y repartir los 25.000 kilos de caramelos y juguetes entre los ciudadanos.
A las seis menos cuarto los aplausos anunciaban por fin la llegada del desfile. Como viene siendo tradicional, los tuaregs a caballo abrieron la comitiva a la que le siguieron espectaculares carrozas en las que se podía disfrutar de la fiereza de un dragón o el baile de unas figurantes literalmente suspendidas de la estructura. La singularidad de las carrozas no palió, sin embargo, cierto deslucimiento debido a que entre carroza y carroza pasaban varios minutos de vacío. Ya en las calles del centro de la ciudad, la situación se normalizó y la gran cabalgata del 5 de enero brilló en todo su esplendor de principio a fin. En total, 800 figurantes y 19 carrozas a las que se sumaron impresionantes globos de animales prehistóricos y monstruos con los que más de un niño corrió a las faldas de mamá.
Un poco antes de las siete de la tarde, los primeros figurantes enfilaron la calle Porvera para luego tomar la atestada calle Larga y el resto del itinerario hasta retornar a Santo Domingo para la Adoración al Niño. Cada uno de los tres cortejos reales era característico y delante de la carroza de los Reyes desfilaba un dromedario, animal para los que muchos niños de Jerez prepararían anoche un cubito de agua en el salón de casa, por si acaso. Además, los animales se dejaron acariciar por muchas manitas pacientemente.
Mención aparte merece el vestuario de los séquitos reales, de lo más original y sofisticado. Tanto los de Melchor, como los de Gaspar, y sobre todo, los de Baltasar destacaron por su verosimilitud, por su complejidad y detallismo.
Desde Oriente
«Vengo desde muy lejos para veros esta noche. Lo notaréis en mi forma de hablar, pues hablo español pero con otro acento. He cruzado el desierto, subido y bajado montañas, surcado algún río y andado por largos caminos… Menos mal que mi camello es fuerte, come mucho y por eso no se cansa. He visto a muchas personas, a muchos niños… y por fin estoy en Jerez. ¡Cuántas ganas tenía de llegar! ¡Quiero mucho a los niños de Jerez!», explicó Baltasar durante su emotivo discurso de la Adoración junto al Belén Monumental.
Baltasar aprovechó la ocasión para también pedirles a los niños algunas cosas: «Que aunque ésta sea la noche para recibir regalos, vosotros también tenéis que hacer algún regalo, sobre todo, a vuestros padres. Y este regalo es que le déis mucho amor, muchos abrazos y muchos besos cada día y que no pase un día sin que le digáis que les queréis mucho. Que estudiéis mucho, para que el día de mañana podáis ser personas decentes y ayudéis a los demás desde vuestro trabajo. Y sobre todo, que no perdáis nunca la ilusión y que, cuando crezcáis y seáis tan grandes como vuestros papás, nunca dejéis de creer en nosotros porque todos los años, el 6 de enero, siempre vendremos a visitaros». Además el Rey nacido en Oriente les dio un consejo a los niños de la ciudad: «Esta noche dormid pronto para que podamos pasar a vuestras casas. Y no os tapéis la cara con la manta. Para que así podamos daros el besito de buenas noches».
vmontero@lavozdigital.es