Democracia caótica
La avalancha de electores llevó la anarquía a la votación a mano alzada de los 'caucus'
Actualizado:En Des Moines las calles no están pensadas para caminar. Las máquinas quitanieves ni siquiera se molestan en apartar los montículos de hielo que desbordan las aceras y sus habitantes prefieren aparcar en el garaje de un centro comercial para pasear por las tiendas. Cosas de vivir bajo cero. Por eso, el hormiguero de coches y seres humanos que apareció de repente el jueves en torno al Colegio Greenwood era una imagen inusual.
La función era política. Las hileras de sillas ordenadas en el gimnasio se ocuparon rápidamente y la masa de votantes siguió avanzando incontenible por todos los pasillos hasta que no cupo una aguja. Por dos veces, se pidió que se adelantarán las filas para hacer hueco a los que seguían entrando, pero pronto resultó imposible contener la avalancha de votantes que este año decidió participar en la eliminatoria presidencial. Así, ante la incapacidad para encontrar un espacio mayor en el colegio, se optó por repartirlos en grupos.
Los de Joe Biden, a la cocina. Los de Obama, a la clase de al lado. Los de Hillary, en la cancha de baloncesto. Y así, de pie, caóticamente amontonados, empezó el proceso electoral del país más poderoso del mundo. «Si alguien se ha quedado con una de las hojas de registro de la entrada que la entregue, por favor, o no podremos sacar el porcentaje de votos que necesita cada candidato para ser viable», rogaba el director.
«¿A quién no he contado todavía?», se desgañitaba desde lo alto de una silla Maeve Callan, tratando de contar a bulto los seguidores de su candidato. El director acepta su palabra sin vacilar, al igual que la de los representantes de cada aspirante: Barack Obama, 229; Hillary Clinton, 94; John Edwards, 72; Joe Biden, 57; Bill Richardson, 48; Dennis Kucinnich, 14, y Christopher Dodd, 14.
Hora de eliminar
La suma no da los 532 asistentes que se han registrado al entrar, pero todo el mundo prefiere pasar por alto el detalle. El 'caucus' ya es suficientemente caótico. Ha llegado la hora de eliminar a los que no ha alcanzado el 15% de los asistentes, fijado en 80. Sus seguidores tendrán que optar por otro. «Kucinnich nos dijo que si no resultábamos 'viables' votáramos por Obama, porque es el único comprometido con un cambio verdadero, pero yo voy a hacerlo por Richardson», dice Sandy Smith. El gobernador de Nuevo México tampoco resulta 'viable' así que su voto acaba con Edwards, que se beneficia de la caída de varios candidatos menores.
Algunos tratan de negociar, quieren un delegado en la Convención del partido a cambio de sumarse al grupo, pero los más duros de pelar son los de Biden. El candidato les ha dado la consigna de que no se sumen a nadie y queden como indecisos. Y éstos, a diferencia de los rebeldes que atrae Kucinnich, obedecen la disciplina del partido. «¿Genial, un delegado se queda sobre la mesa!», protesta ofuscado Tom Fownie, que no ha podido convencerles para que se sumen a Obama. Pero al final, no se sabe por qué oscuras regla sus votos se añaden a los del ganador y Obama triunfa con cinco delegados. Hillary y Edwards empatan con dos. Los que les representarán en la convención de agosto para coronar al candidato que se batirá en noviembre por la Casa Blanca. Y a rezar para que no haya recuento.