El otro Jesús
Pasaron las navidades y, un año más, quedó patente que la religión no es algo que pueda circunscribirse al ámbito privado como pretende el laicismo, ideología que parece desear instaurar una suerte de confesionalidad laica, convirtiendo en religión oficial la increencia. El Estado, como corresponde, es aconfesional, pero eso no significa que debamos considerar la no creencia como la manifestación más natural de la libertad religiosa.
Actualizado:Estas fechas ponen tensa a la progresía oficial, que lo sobrelleva como puede con la ayuda de algunos medios, sobretodo Cuatro, su tele de cabecera. Este año, su tradicional programación antinavideña, se ha superado con dos programas sobre la vida de Jesús. El primero nos ha ofrecido el habitual refrito sobre los restos mortales de Cristo que, como todo el mundo sabe, son celosamente custodiados por el Vaticano en una cámara ultra secreta y subterránea, por supuesto, para evitar que quede al descubierto la superchería de la resurrección.
En el segundo, hemos tenido la oportunidad de asistir a las últimas novedades en investigaciones cristológicas: Cuarto Milenio ha desvelado que Jesús, siendo niño, mató a otro joven. Para demostrarlo, ha usado la clásica fórmula mágica: se cogen unos trozos de evangelios apócrifos, se les añade una pizca de manuscritos del Mar Muerto y se sazonan con una selección de los códices de Nag Hammadi. Es de agradecer que nos hayan ahorrado el documental sobre la conexión esotérica universal, ya saben; constructores de las pirámides, Jesús, templarios, rosacruces, cátaros y francmasones. Cóctel irresistible
En realidad todo es mucho más sencillo: durante 30 años nadie supo nada de él, de pronto se presenta en público. Su actividad consiste en predicar la doctrina religiosa y moral más inaudita que se ha escuchado nunca. Las riquezas, los honores o el poder representan para Jesús lo peor que le puede suceder a una persona, la humildad y el servicio a los demás, lo mejor. Es el único ser humano del que se ha dicho que Dios vive en el y por fidelidad a esta creencia han dado su vida miles, millones de personas.