La tradición del chocolate con churros
La noche no tenía más remedio que ser larga; o corta, según se mire. El caso es que en las primeras horas del día número uno del año, las calles estaban vacías. Todo vacía menos La Vega. La parada de los autobuses en la plaza Esteve servía para que los coches llegaran con sus intermitentes de emergencias iluminados. La churrería no para después de una noche movidita. El personal llega un poco desarreglado y se coloca en la cola de los churros. Muchos jerezanos, como si fuese un ritual, hacen todos los años lo mismo: inaugurar las primeras horas del año con un paquetón de churros.
Actualizado:«Somos cinco. Mi novia y yo, un colega con la suya y la hermana de mi novia que se nos ha colgado esta noche», comentaba José María con cara de póker mientras esperaba su turno. Las ojeras dejaron su rastro con las primeras horas del día y la corbata ya se desdibujaba sobre la camisa.
Era la típica escena de un día de Año Nuevo en Jerez. No sería lo mismo sin los churros con chocolate de La Vega.