El negocio del dolor
Actualizado: Guardara Política debe consistir en la resolución de los problemas de los ciudadanos. Hay muchas formas de hacer política según los principios, valores, escrúpulos, ambiciones, formación o espíritu de cada uno. El objetivo legítimo de un político es alcanzar el poder y mantenerlo siempre que sea al servicio de los ciudadanos que le han prestado democráticamente su confianza con sus votos. Sin embargo, no siempre se cumplen las reglas porque el fin justifica los medios. Asistimos en Colombia a un negocio del dolor que provoca enorme indignación. La explotación publicitaria y política que ha hecho el presidente venezolano, Hugo Chávez, de la liberación de tres rehenes en manos de las FARC colombianas representa una bochornosa manipulación. No hay dudas de las complicaciones de la operación, sobre todo por el pésimo papel que le toca jugar al presidente de Colombia, Álvaro Uribe, y a sus fuerzas armadas; y por la crueldad de una guerrilla tornada en mafia del narcotráfico que toma sus precauciones para no ofrecer datos clave de sus posiciones. La liberación se ha convertido en un circo con un Chávez que maneja a las mil maravillas el escenario, se rodea de invitados de piedra como el expresidente argentino Nestor Kirchner o el cineasta norteamericano Oliver Stone o delegados de nueve países y una caravana de aviones y helicópteros. Toda una parafernalia reñida en origen con la discreción imprescindible de estos casos y que sólo se explica porque Chávez y la guerrilla lo tienen negociado para obtener el mayor rédito político internacional posible, y el presidente Uribe no tiene más remedio que aceptar por razones humanitarias. Lo paradójico es que el sufrimiento de los rehenes y sus familiares alimenta la comedia y es la razón que justifica todo el montaje. Patético. Si al menos esta acción humanitaria significara el comienzo de un proceso serio para el final del conflicto se podría asumir pero el temor generalizado es que sólo responde a una necesidad de Hugo Chávez de un golpe de efecto internacional para contrarrestar su derrota en el referéndum de reforma de la Constitución. Hay muchos intereses poco confesables en juego con actores en la sombra como Estados Unidos y supervedettes como el presidente francés Nicolás Sarkozy.