Imaginación contra la crisis
La maldita palabra crisis siempre ha estado relacionada con la provincia de Cádiz. Hemos tenido todo tipo de crisis. Del sector naval, del sector aerónautico, de Tabacalera y otra de las más repetidas es la crisis del sector pesquero.
Actualizado: GuardarAquí tenemos fama, a veces merecida, de querer que siempre nos saquen las castañas del fuego y si hay un problema pues que venga el Estado a solucionarlo, que ponga los millones y se acabó el problema. Pero no siempre es así y también se emplean formas imaginativas para solucionar las crisis. Este es el caso de la cofradía de pescadores de Conil.
En Conil hace ya muchos años que le vieron las orejas al lobo, bueno más que las orejas al lobo lo que no veían eran las colas a los boquerones, y se dieron cuenta de que el pescado se acaba o, por lo menos, no es tan abundante. En esta población los pescadores no se conformaron con quejarse y pedir subvenciones para que se solucione el problema. Decidieron apostar por alternativas y optaron por dar al pescado de la zona, obtenido de forma artesanal, una imagen de calidad que se correspondiera con la bonanza de lo pescado.
En Conil los pescados van etiquetados y con marchamos de calidad lo que les permite colocarse en mercados exclusivos a los que no es tan fácil llegar. Así el bocinegro, una especie de pargo sibarita que se alimenta de mariscos, se coloca en los restaurantes más prestigiosos de Italia y lo mismo ocurre con las urtas o los pulpos que pesca la cofradía que se venden a buen precio en los mercados dada la calidad de su carne.
Ahora, aprovechando las investigaciones de un grupo de científicos formados en la Universidad de Cádiz, en la facultad de Ciencias del Mar y tecnología desarrollada en el centro de investigación de El Toruño de El Puerto de Santa María, (que no se diga siempre que somos unos mataos) la Cofradía de Pescadores de Conil, ayudada por la Junta de Andalucía, ha apostado por la acuicultura, un sector que, en teoría, les podía hacer incluso la competencia.
En Conil, y utilizando tecnología punta, se cultivan ostiones y pronto se pondrán también a la venta lubinas, zamburiñas y vieiras que, aunque es un aspecto poco conocido, se producían antiguamente en la zona. La idea es que sean los propios pescadores, en colaboración con la tecnología que le aporta la cofradía, los que pongan en marcha sus propias cosechas de marisco y pescado, pudiendo así tener faena cuando no haya rancho salvaje en las costas.
En Conil le han echado imaginación a la crisis y demuestran con su forma de hacer que las eternas crisis de la provincia tienen solución. Son un ejemplo a seguir.