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Varios de los candidatos a la presidencia de EE UU responden a preguntas realizadas por Internet. / AFP
MUNDO

Hoja de ruta electoral americana

Estados Unidos se prepara para protagonizar en 2008 uno de los mayores espectáculos políticos en el mundo: la lucha por la Casa Blanca. Tras la reforma constitucional impuesta después de las cuatro elecciones consecutivas ganadas por Franklin Delano Roosevelt, el presidente George W. Bush está limitado a dos mandatos. Y el vicepresidente, Dick Cheney, ha dejado claro desde hace bastante tiempo que sus ambiciones no pasan por ascender un peldaño más en el orden de prelación del Ejecutivo federal. Circunstancias que, por primera vez desde 1952, plantean un pulso presidencial completamente abierto, sin relación directa con los ocupantes del 1600 de la Avenida Pensilvania en Washington.

PEDRO RODRÍGUEZ
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Sin rebuscar mucho entre el elenco inicial de candidatos que compiten por ganar las nominaciones presidenciales de sus respectivos partidos, los votantes de Estados Unidos tienen la opción de colocar en el Despacho Oval a la primera mujer (Hillary Clinton), al primer afroamericano (Barack Obama), al primer mormón (Mitt Romney), al primer hispano (Bill Richardson) e incluso al hombre con más edad en el momento de ocupar la Casa Blanca (John McCain). Pero a diferencia de otros ciclos electorales, esta vez resulta verdaderamente complicado hablar de candidatos claros, definitivos o favoritos.

PRIMARIAS COMPRIMIDAS

Demócratas y republicanos, en una práctica iniciada durante la llamada era progresiva a principios del siglo pasado, eligen a sus candidatos presidenciales a través de una primera vuelta electoral en forma de primarias y caucus -asambleas de simpatizantes-, donde cada aspirante quiere reunir el mayor número posible de delegados de cara a las convenciones nacionales de sus respectivos partidos. Casi todos los estados reparten sus delegados de forma proporcional, pero algunas jurisdicciones recurren al método winner-takes-all, donde el candidato más votado se queda con todos los delegados en juego.

Desde hace más o menos medio siglo, período que se considera como la era moderna de las campañas presidenciales en Estados Unidos, este proceso de selección comienza a partir de los muy, muy peculiares votantes de Iowa y New Hampshire. Un privilegio cuestionado por el resto de los estados de la Unión, que consideran a estas jurisdicciones electorales como demasiado homogéneas, pequeñas y rurales como para asumir tamaña influencia.

Esta notoria envidia se ha traducido este año en un comprimido calendario de primarias. Lo que, además de forzar a hacer campaña durante las entrañables fiestas navideñas, amenaza con alterar radicalmente el sistema ordenado, participativo y gradual que se ha venido utilizando de seleccionar candidatos presidenciales. Con el fin de salvaguardar sus privilegios, Iowa ha tenido que convocar sus caucus para el 3 de enero, con las primarias de New Hampshire previstas para el 8 de enero.

'MEGAMARTES'

Como consecuencia de los celos provocados por Iowa y New Hampshire, desde los años ochenta una serie de estados -sobre todo sureños- han intentado adquirir mayor influencia en este proceso, concentrando sus primarias en un súpermartes a la altura de marzo. Pero en 2008, esta criba se verá adelantada hasta al 5 de febrero en lo que se empieza ya a conocer como un megamartes. Con la participación de más de veinte estados de la Unión, esto supone en la práctica una especie de primarias simultáneas a nivel nacional ante los porcentajes abrumadores de delegados en juego, casi la mitad de los respectivos totales de republicanos y demócratas.

California y Nueva York serán los premios gordos en este súper supermartes sin precedentes. Con la posibilidad de que a partir del 5 de febrero existan ya candidatos in pectore obligados a protagonizar la campaña general más larga en la historia de Estados Unidos. Aunque en el colmo de las ironías, todo este cambalache de fechas no ha hecho más que adjudicar todavía más importancia a las primeras citas electorales de Iowa y New Hampshire.

EL ESCAPARATE DE LAS CONVENCIONES

La formalización de las candidaturas presidenciales tendrá lugar durante las convenciones nacionales. Eventos que en el pasado producían sorpresas, pero que en la era moderna se han convertido en previsibles escaparates televisivos. Los demócratas se reunirán entre el 25 y el 28 de agosto en el Pepsi Center de Denver (Colorado), como ilustración de la importancia del oeste dentro de sus ambiciones electorales. Mientras que los republicanos se congregarán del 1 al 4 de septiembre en el Xcel Energy Center de Saint Paul (Minnesota).

La tradición de las convenciones se remonta al primer tercio del siglo XIX, acuñada como otras tantas tradiciones políticas de Estados Unidos por la rompedora ascendencia del mercurial presidente Andrew Jackson. Durante esos enormes cónclaves con miles de compromisarios, cada partido aprueba también su plataforma electoral. Con antelación, cada aspirante ha tenido que elegir un número dos. Desde que las convenciones terminan con toda una apoteosis de globos y confeti, la campaña es constante hasta el mismo día de las elecciones, sin jornada de reflexión.

LA OBLIGACIÓN DE LOS DEBATES

En las elecciones presidenciales de Estados Unidos resulta impensable que los candidatos se nieguen a participar en debates televisados. Además de todos los foros celebrados entre los aspirantes de cada partido, en las elecciones de 2008 se esperan tentativamente tres debates sucesivos: 26 de septiembre (Universidad de Mississippi, Oxford); 7 de octubre (Universidad Belmont, Nashville); y 15 de octubre (Universidad Hofstra, Hempstead). Además de un cara a cara adicional entre los candidatos a vicepresidente previsto para el 2 de octubre (Universidad Washington, Saint Louis). Las fechas y formatos son acordados con ayuda de una comisión independiente formada en 1987 y que requiere a cada participante un mínimo del 15% de respaldo en las encuestas nacionales de intención de voto.

¿CUÁNTO?

La carrera hasta la Casa Blanca en 2008 romperá, como viene siendo habitual, plusmarcas de dinero. Algunas estimaciones anticipan que estas elecciones presidenciales terminarán costando más de 3.000 millones de dólares (2.100 millones de euros). Los esfuerzos por restringir todo este flujo de dinero interesado, como la Ley McCain-Feingold de 2002, no han cerrado todas las grietas, agujeros y atajos posibles. Además, el Tribunal Supremo se ha declarado bastante escéptico sobre este tipo de regulaciones. Por ahora, la ventaja en recaudación de donaciones electorales la tienen los demócratas, aunque el dinero no es una herramienta que asegure automáticamente el éxito electoral.

A VOTAR

La definitiva cita con las urnas tendrá lugar el 4 de noviembre de 2008, siguiendo la tradición del martes después del primer lunes de ese mes. Además del ocupante de la Casa Blanca durante los próximos cuatro años, el electorado estadounidense tendrá oportunidad de elegir a nivel federal un tercio del Senado y renovar todos los 435 escaños de la Cámara de Representantes, cuyos ocupantes sirven solamente por períodos de dos años. Con todo, los legisladores no tienen limitación de mandatos. Se anticipa que los demócratas aumenten las ajustadas mayorías que lograron en los últimos comicios legislativos. El 4 de noviembre también se elegirán una decena de gobernadores y se celebrarán toda clase de elecciones estatales y locales, además de consultas populares de todo tipo.

LA MATEMÁTICA DEL COLEGIO ELECTORAL

Los presidentes de Estados Unidos no son producto de elecciones directas ni de una mayoría de voto popular. Técnicamente, no se trata de una sola elección, sino de cincuenta consultas para elegir a los miembros del llamado Colegio Electoral.