La dudas sobre la autoría del asesinato de Bhutto atizan la violencia en Pakistán
La rama paquistaní de Al-Qaeda desmienta la versión oficial y rechaza cualquier implicación en la muerte de la dos veces primera ministro El Gobierno autoriza la exhumación del cadáver para realizar la autopsia
Actualizado:La historia de la muerte de Benazir Bhutto no acaba más que comenzar. Pese a la rueda de prensa ofrecida el viernes por el Ministerio del Interior para ofrecer «pruebas irrefutables» sobre la autoría de Al-Qaeda, veinticuatro horas después el testimonio de la portavoz personal de la ex primera ministra, Sherry Rehman, y un comunicado de la organización terrorista de Osama bin Laden han puesto en jaque la versión oficial.
«Vi que tenía una herida de bala detrás de la cabeza y otra, causada por la salida del proyectil. Una vez en el hospital, los tres médicos que le trataron me aseguraron que había recibido disparos», aseguró a su salida del centro sanitario Sherry Rehman, que resultó herida de levedad el pasado miércoles. La auténtica sombra de Bhutto fue además una de las personas que participó en el ritual de la preparación del cuerpo antes de ser enterrado y describió con detalle que «no se pudo limpiar del todo la cara porque una herida aún supuraba. Perdió mucha sangre».
Estas palabras llegaron poco después de que el portavoz de Batullah Mehsud -el líder talibán al que el Gobierno paquistaní atribuyó el atentado de Benazir Bhutto- asegurara en un comunicado telefónico que no tenían nada que ver con el suceso ya que su objetivo «son los americanos, no los políticos de Pakistán. Y mucho menos una mujer, todos conocen cómo actuamos en las zonas tribales». Este comunicante, que habló en nombre de Tehrik-i-Taleban, facción radical islámica operativa en el norte del país asiático, asimismo negó rotundamente las acusaciones vertidas por Interior.
A vueltas con la autoría del crimen, a lo largo de la jornada también se ofrecieron unas imágenes inéditas sobre el momento del asesinato en las que se ve a alguien empuñando un arma contra la ex primera ministra. El Gobierno respondió asegurando que dispone de una radiografía que confirma su versión de que el fallecimiento fue a causa de un golpe en la cabeza y dio permiso al Partido Popular de Pakistán (PPP), formación que lideraba Bhutto, para exhumar el cuerpo y practicar una autopsia que ponga fin a tantas dudas.
Los próximos días surgirán nuevos capítulos de este macabro culebrón. El primero se producirá hoy mismo, ya que está previsto que uno de los hijos de la asesinada lea la carta en la que dejó escrita su última voluntad. En Pakistán, el país de las especulaciones, todos esperan estas líneas maestras que pueden arrojar algo de luz sobre el atentado y sobre el futuro de un partido que se ha quedado descabezado y debe decidir su postura ante las elecciones del 8 de enero que, de momento, siguen en pie. Ante la falta de hijos ya preparados para dar el salto a la política, muchos apuestan por el marido de Benazir, Asif Alí Zardari, como nuevo máximo responsable de la principal formación opositora.
Fueron muchos los muertos junto a Benazir -veinticinco según fuentes oficiales, aunque los organizadores del mitin aseguran que más de cuarenta- y los funerales se celebran cada día en diferentes barrios de Rawalpindi. Es una ciudad humilde, prácticamente pegada a la capital, donde se producen las ruedas de prensa oficiales, pero la distancia entre ambos mundos es abismal.
Funerales
Tras los entierros empiezan los disturbios y los ataques contra las oficinas electorales -nueve ya han sido destrozadas en todo el país-, los establecimientos que no respetan la huelga y cualquier oficina de un organismo público. Al menos una cuarentena de personas han muerto en las protestas de los últimos días y el presidente, Pervez Musharraf, ha ordenado mano dura para poner freno a una situación que mantiene al país parado y sumido en el caos. El portavoz del Ministerio del Interior ofreció los detalles sobre los tres días de protestas que se han saldado con 176 bancos destrozados, 72 vagones de tren y 18 estaciones atacadas, cientos de coches quemados y al menos cien presos fugados de las cárceles.