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La Guardia Civil alerta de la proliferación de venta ilegal de petardos en viviendas particulares
El uso de artificios, sin control y por parte de menores que se exponen a un grave riesgo, aumenta en Navidad En la provincia sólo hay dos negocios, en Chiclana y Trebujena, autorizados para vender pirotecnia recreativa
Actualizado: GuardarEl sonido de los petardos y otros artificios similares está ligado, por la fuerza de la costumbre, a las fiestas navideñas. En estos días, los ciudadanos conviven con los estallidos que producen unos productos que en muchas ocasiones son manipulados por menores sin ningún tipo de control, incumpliendo el Reglamento de Explosivos y, por tanto, exponiéndose a un grave riesgo, que se puede traducir en: amputaciones de falanges, quemaduras e, incluso, se han dado casos de fallecimientos por usar pirotecnia recreativa sin seguir las instrucciones que marca el fabricante.
El Servicio de Intervención de Armas y Explosivos es la unidad de la Guardia Civil que tiene encomendada la incautación de los productos pirotécnicos que se salen de la norma; al igual que denunciar su venta ilegal. Este negocio clandestino está proliferando en la provincia, destacando el caso de Jerez, donde se han incautado un total de 16.160 petardos durante el mes de diciembre. El responsable de esta unidad en la Comandancia de Cádiz, el brigada Jerónimo Osorio, explica que los hogares se utilizan como establecimientos improvisados, para eludir la vigilancia policial.
Obstáculos legales
La Guardia Civil es conocedora en muchas ocasiones de este tipo de distribución ilegal, «cuando se detecta la salida de menores con petardos de determinadas viviendas», pero los agentes se topan con un obstáculo judicial, difícil de salvar: la inviolabilidad del domicilio. «Es muy raro que un juez autorice la entrada a una vivienda para buscar artificios. Como no contamos habitualmente con esas ordenes judiciales, no podemos acceder y, por tanto, erradicar esas ventas».
Los peligros que entraña la acumulación de material pirotécnico, sin guardar las medidas que exige la ley, son muy graves, como apunta otro miembro del servicio del Instituto Armado, el cabo primero Antonio Florido: «Un petardo de la clase III contiene entre tres y cuatro gramos de pólvora. Imagínese qué efecto puede tener el estallido, por accidente, de varias decenas acumuladas en una vivienda».
Una prueba de que muchos de los artificios que se utilizan en las vías públicas no han sido adquiridos siguiendo las directrices que marca el Reglamento de Explosivos (Real Decreto 230/1998) o la Ley de Seguridad Ciudadana (1/92), es la escasez de negocios autorizados para la venta de pirotecnia recreativa, que hay en la provincia. Tan sólo hay dos establecimientos que pueden distribuir este material: Me Piro Vampiro, en Chiclana, y L y P Fiesta, en Trebujena. Curiosamente, ambos locales vienen funcionando desde el año pasado. Es decir, que anteriormente en la provincia no existía ningún establecimiento legal, aunque los petardos seguían sonando, con especial fuerza, en Navidad y Carnaval.
Este tipo de negocios deben ser sometidos a un estudio solicitado por la Subdelegación del Gobierno a la Guardia Civil, antes de abrir sus puertas. Su actividad debe ser exclusiva, sin posibilidad de compatibilizarla con otro tipo de ventas; su propietario debe carecer de antecedentes penales porque por sus manos va a pasar material potencialmente peligroso; el local debe reunir unas características que garanticen que los artificios estarán a buen recaudoy una serie de requisitos más, «que echan para atrás a muchos comerciantes. En 2005 llegaron varias solicitudes, pero cuando se les informó de las condiciones, todos desistieron», comenta el cabo Antonio Florido.
Por eso, ¿de dónde llegan los petardos que utilizan los menores en localidades lejanas a Chiclana o Trebujena? El brigada Osorio desvela cómo muchos vendedores sin autorización, hacen acopio de material en estos establecimientos legales para venderlos en sus localidades de origen. «Cuando está completamente prohibido el transporte de estos artificios».
Aviso a los padres
Pero la barrera más complicada de sortear para la Guardia Civil es la propia concienciación de los adultos, que son los que facilitan a los niños y adolescentes el acceso a ese material, cuya venta a menores está prohibida. «Cuando sorprendemos a un niño en la calle tirando petardos, lo único que podemos hacer es requisarlo y llevárselo a los padres. Pero en muchas ocasiones nos encontramos que los propios mayores son los que le han dado los productos, y siempre los justifican, alegando que están de fiesta y que no hacen daño alguno». El responsable del Servicio de Intervención, recuerda que la actuación de la Guardia Civil, «sólo busca evitar accidentes. Es una pena, que esos mismos padres que ahora no ven riesgo, se den cuenta del peligro que tiene ese material cuando sus hijos han resultado heridos».
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