«El dinero no suplanta el cariño de un hijo»
Los familiares del ecuatoriano Carlos Palate rehacen su vida en la Comunidad Valenciana tras el atentado que le costó la vida
Actualizado:«Por favor, no me haga recordarlo». Con esta frase María Basilia Sailema intenta evitar acordarse de él. Hace un año, cuando aún vivía con sus otros dos hijos y su hija en el pequeño poblado andino de San Luis de Picaihua, jamás imaginó que ahora pasaría muchas horas sola en una vivienda del barrio del Grao de Valencia sin poder olvidar a su primogénito, Carlos Alonso Palate.
Cinco plantas del aparcamiento de la terminal T-4 de Barajas sepultaron el cuerpo de este joven de 34 años. ETA dinamitaba así la tregua. Nacido en la provincia ecuatoriana de Ambato, Carlos emigró a España para mantener a su familia: una madre casi ciega y tres hermanos con problemas de visión. Su último empleo, una empresa de plásticos en Torrent. Antes trabajó de albañil y de cualquier cosa que le saliera.
Basilia, de 62 años, afirma con una voz casi inaudible que, cuando está con sus hijos, está bien. El problema llega en los momentos de soledad. Luis Jaime, el mayor de los varones, trabaja en una fábrica de calzado desde hace dos meses. María Elvia últimamente se va temprano a trabajar en la recogida de la naranja. Luis Geovanni, el pequeño, acude a los cursos de una asociación de discapacitados.
«Cuando estoy sola, muchas veces me acuerdo de él. Si yo fuera un bebé, estaría llorando todo el día», relata Basilia. Ella casi nunca sale de casa. Los vecinos muchas veces la ven en su balcón, en una calle del Marítimo cuyo nombre contrasta con el sentimiento de una madre angustiada, afligida y, en ciertos momentos, desesperada y con ganas de volver a Ecuador.
Contradicciones
Tras el asesinato de su hijo, a Basilia la operaron de cataratas en Quito. Recuperó la vista 30 años después. Ahora, con un 65% de invalidez, pasa los días en un piso de la Sociedad Pública de Alquiler. «Con lo que tenemos nos llega justo», asegura esta víctima del terrorismo.
Aunque su primo Oswaldo Sailema cree que no pagan alquiler, ella explica que abonan 500 euros al mes, más la luz, el agua y los gastos de comida. Ahora, les han ofrecido un piso protegido en Burjassot, pero los horarios de Elvia pueden frenar este cambio de residencia.
Basilia recibe una pensión de unos 2.000 euros, según Oswaldo, tras cobrar una indemnización que les permite vivir mucho mejor que en las montañas de Ecuador.
Luis Antonio Palate es hermano de Juan, el padre de familia. Vive en Valencia, en el distrito de la Zaidía. Preferiría no hablar para no erigirse «portavoz». Pero una de sus frases, con la que Oswaldo coincide casi textualmente, resume el sentimiento de la familia: «Carlos les dejó un dinero. Pero la plata no puede suplantar el cariño de un hijo».