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Mostrador de la tienda inspeccionada por la Guardia Civil. / L. V.
Ciudadanos

Más de medio millar de unidades guardadas junto a una estufa

Desde que comenzó el mes de diciembre, la Guardia Civil ha intensificado las inspecciones en establecimientos de golosinas y de artículos de broma donde es común que se vendan, sin autorización, petardos y otros tipos de materiales pirotécnicos. Por ahora, ya se han realizado una docena de revisiones, y la única que ha dado frutos sucedió hace escasos días en una pequeña tienda de Chiclana.

S. TUBIO
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En este establecimiento, que carecía de las mínimas medidas de seguridad que se le exigen a un local donde se guardan unidades con contenido explosivo, los agentes se llevaron para su posterior destrucción más de 600 petardos, bengalas y cohetes, de la categoría I, II y III.

Pero además de confirmar que se trataba de un punto de venta ilegal, los guardias descubrieron que la dueña del negocio tenía guardados los artilugios muy cerca de una estufa que había situado junto al mostrador. «La señora no era consciente de que diariamente estaba trabajando en una situación muy peligrosa. Si ocurre cualquier accidente y los petardos entran en contacto con la estufa, la tienda salta por los aires», describe el brigada Osorio.

En esa misma actuación, la Guardia Civil detectó que en el establecimiento se vendía a menores y por unidades sueltas. «Éste es una parte del reglamento que la gente desconoce por completo. No se pueden vender petardos sueltos porque en las cajas originales es donde aparecen las instrucciones del fabricante».

No seguir dichas instrucciones puede acarrear serios problemas para la persona que activa un artilugio explosivo. Manipular un petardo con las manos mojadas, favoreciendo que se quede pegado a ellas cuando explota; o no calibrar bien la duración de la mecha, son algunos de los fallos más habituales.