ENTRE MEDICAMENTOS. Francisco Jiménez y Diego Quignón son los empleados más antiguos de la vanguardista farmacia de Loreto.
CÁDIZ

De los campos de fútbol de tierra a la cibernética

La plaza Virgen de Loreto cuenta con siete bares y una farmacia en donde, en breve, despachará medicamentos un robot

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Quién no recuerda aquellos famosos campos de fútbol de tierra de la Aviación en los que se disputaban unos memorables partidos en los torneos», según detalla Diego Quignón González, el encargado de la farmacia más antigua de la barriada de Loreto. Un negocio que se abrió hace 38 años, concretamente en julio de 1970, y que actualmente cuenta con cinco farmacéuticos en el mostrador. Desde entonces este hombre de ascendencia francesa lleva repartiendo medicamentos. «Antes, sólo existía un par de bloques de edificios alrededor, entre ellos éste. La vida ha cambiado mucho, sólo éramos mil vecinos en la barriada y ahora hay cerca de 15.000 habitantes según el último censo», asegura. Y agrega: «A pesar de que somos cinco, no damos abasto porque ésta es la única farmacia de Loreto. Además, la plaza cuenta con bastante movimiento».

Durante una época, la farmacia fue muy frecuentada por los vecinos porque en ella se instaló «el primer teléfono público de la barriada. Aquí se formaban unas colas interminables para hablar», cuenta Quignón.

Aquel terreno por donde rodaba el balón, con el tiempo dio paso a lo que hoy es la plaza Virgen de Loreto. Un lugar hasta donde ha llegado la modernidad. Prueba de ello es que la farmacia estrenará el próximo año un robot dispensador de medicamentos. «Será el primero que exista en toda la provincia», detalla orgulloso Francisco Jiménez, otro de los dependientes, quien lleva 38 años trabajando. «Entré con 18 años», dice espontáneamente. «Se trata de un aparato de origen alemán que recepciona, coloca y dispensa en paralelo y de forma completamente automática los medicamentos. En España hay más de 170 instalados. Con ellos se gana en rapidez, pues los medicamentos permanecen en su interior y simplemente con pasar el código de barras de las recetas la caja es expulsada», explica el comercial Pablo López al tiempo que Miguel Ángel Merino, el proyectista, toma medidas para poder elaborar el proyecto. La instalación podría estar concluida para «el próximo mes de marzo», adelanta Merino, quien ofrece un dato más: «El precio medio de un robot de este tipo ronda los 180.000 euros». Joaquín Requena, el empleado que menos tiempo lleva en la farmacia ya se frota las manos con la llegada de este nuevo juguete. «Hay que adaptarse al nuevo siglo», asegura.

Otro de los comercios antiguos de la plaza es el bar Munich que abrió en 1972. Algo más tarde, en 1995, llegaron los actuales propietarios, el matrimonio formado por José Antonio Prieto y María del Carmen. «Esta plaza tiene la particularidad de tener siete bares, y, además, la gente está hipotecada con el euro, así que la cosa está un poco parada», reseña José Antonio mientras sirve un par de cañas.

El estanco de Antonio Benítez también es otro negocio con solera. «Aquí llevo 39 años vendiendo de todo desde revistas, tabaco, papel de regalo, fondos de belenes, balones...».

Defendida con uñas

Juan Reyes, un vecino que lleva 34 años viviendo en Loreto, hace un par de años abrió la relojería Reyes. «La plaza es muy querida por todos porque se han criado nuestros hijos y es punto de encuentro vecinal. En un tiempo la plaza quiso ser expropiada por el Obispado para construir una iglesia pero nos opusimos. Fue una época de varias protestas», recuerda Juan.

A cualquier hora del día, en la plaza Virgen de Loreto se congregan grupos de jubilados que pasan la mañana al cobijo de la sombra de los árboles, niños jugando a la pelota y jóvenes haciendo botellón. «Esto es como un pueblo, aquí todos nos conocemos. Mis hijos se han criado en la plazoleta. Es el pulmón del barrio», comenta Reyes. Y es que, para los habitantes de más edad, precisamente esos árboles son el principal atractivo de la plaza pues, como dice un jubilado resultan «una bendición» en verano.

Unas obras esperadas

Actualmente la plaza es remodelada íntegramente por el Área de Urbanismo del Ayuntamiento de Cádiz debido a los enormes charcos que se formaban en la época de lluvias. «Las obras eran esperadas como agua de mayo por los vecinos porque para cruzar la plaza había que ir con mucha precaución y más de uno se dejó el espinazo al resbalarse», dice el dueño de la relojería.

La disyuntiva a la que se enfrentaron los residentes consistió en decidir entre los dos proyectos que había elaborado el Consistorio. El aparcamiento subterráneo implicaba cortar la arboleda. Finalmente los vecinos decidieron por conservar los árboles y de la emblemática plaza que «tanto cobijo ofrecen durante el verano», afirma un jubilado.

Los trabajos acumulan un ligero retraso, puesto que estaba previsto que los vecinos comieran el turrón con la nueva plaza. Jacinto, el encargado de obra, confiesa que «lo más difícil» ha sido el inicio de los trabajos debido a todas las canalizaciones que se han tenido que hacer. «Hemos tenido que instalar una red de aguas pluviales nueva y renovar las canalizaciones del alumbrado de las farolas que estaba fatal debido a la antigüedad, así como un sistema de riego por goteo para la vegetación de la zona», señala.

jmvillasante@lavozdigital.es