«Que vaya a competir con los grandes programas sí es un desafío extremo»
El escalador y piloto leonés se pone al frente de un programa de aventuras en Cuatro cada sábado
Actualizado: Guardar«Ay, ay», gime Jesús Calleja mientras un fisioterapeuta le arregla el hombro. Y es que el alpinista leonés se rompió el brazo en abril mientras entrenaba en moto, por lo que Cuatro tuvo que aplazar hasta estas navidades el estreno de Desafío Extremo, el nuevo programa de riesgo, naturaleza y solidaridad para la noche de los sábados (21.30 horas). La lesión, sin embargo, no le impidió dejar la cámara aparcada y a pesar de que los médicos eran reacios a darle el alta, él continuó con su periplo a lo largo y ancho del planeta: Kilimanjaro, Everest, Aconcangua, Rally de los Faraones... Destinos que forman parte de las entregas de Desafío Extremo.
-Después de recorrer medio mundo, ahora toca el París-Dakar.
-Con todo pagado y preparado finalmente no vamos a ir porque TVE no ha cedido los derechos de emisión a Cuatro. Pero tenemos un plan B: atravesaremos la cordillera del Himalaya bordeando el río Zanskar. 40 grados bajo cero durante 700 kilómetros. ¿Y sin tienda de campaña!
-Qué chasco lo del hombro, ¿pensó que se acababa todo?
-Fue duro. Clavé la moto en una duna y salí volando 20 metros. Pero tengo capacidad de lucha y soy muy disciplinado. Sabía que me iba a recuperar a pesar de la gravedad de las lesiones. La gente de la cadena se ha portado fenomenal, han sabido esperar.
El primer plato
-Ahora los espectadores comerán el turrón con Calleja.
-Da un poco de vértigo que te metan el sábado, en horario de máxima audiencia, peleándote con los mejores programas... Vamos, un desafío extremo más.
-De primer plato el imponente Kilimanjaro, la cima de África.
-Sí, empezamos por la ruta más asequible. Una montaña propicia para una persona medianamente entrenada. En el programa se verá nuestra sufrida vida diaria con mucho humor, porque me gusta reírme con desafíos de estas características.
-Creo que casi se ahogan grabando este pico.
-A 6.600 metros de altura falló el sistema de oxígeno de la avioneta y nos empezamos a encontrar muy mal, con dolores de cabeza intensos, embobamiento y mareo. Al piloto se le pusieron los labios azules y casi no lo contamos.
«Una cámara y yo»
-¿Qué diferencia 'Desafío Extremo' de otros programas como 'Al filo de'?
-Es un espacio rápido, dinámico y bien masticado para que el espectador se identifique. Si hay que decir tacos se dicen y si nos encontramos con un bobo que piensa que todo es pan comido pues lo contamos.
-¿Con qué medios cuentan?
-Una cámara y yo. La mejor opción para mantener cierta frescura y dinamismo. En el Kilimanjaro, por ejemplo, grabamos cerca de cuarenta horas que después se quedaron en 45 minutos de programa.
-¿Qué pico le pone más?
-El Everest, sin duda. Por su mística y belleza.
-¿Ha sentido en sus carnes el cambio climático?
-Por desgracia sí, y así lo mostraré en Desafío Extremo. Dos ejemplos: desde la primera vez que estuve en el campo base del Everest, hace 17 años, hasta ahora el glaciar se ha reducido unos tres kilómetros. En Nepal, el mejor mes para viajar era octubre y ahora se forman unas tormentas violentísimas.
-¿Qué tal la convivencia con los caníbales oceánicos?
-Asombra que en pleno siglo XXI, en las selvas de Papua Nueva Guinea existan tribus milenarias, cuya única ropa es una calabaza que se ponen los hombres en el pene o una especie de minifalda de una áspera hierba seca las mujeres. Lo del canibalismo ya pasó.