Los pacientes deben serlo
Los enfermos, salvo los que sufren Alzheimer, también tienen memoria histórica y recuerdan las equivocaciones de su médico de cabecera, incluso las de sus especialistas en extremidades inferiores, como el sufrido por esa muchacha de Denia a la que operaron de la rodilla que tenía sana y le dejaron tal como estaba la mala. Ese caso, unido al de la Fiscalía de Castellón, que ha denunciado a Dermoestética por el fraude de las prótesis, y la condena del Supremo por delito de atentado a un señor que acuchilló a su dentista, han traído a la actualidad algo que siempre ha estado en ella: los errores médicos.
Actualizado: GuardarEl Defensor del Paciente ha recogido durante el año que está dando sus últimas boqueadas 12.000 negligencias médicas, pero no sé si es lícito llamarlas así. En todas las profesiones se registran fallos. Hay arquitectos que al diseñar viviendas protegidas se les olvida el salón y hay profesores a los que se les olvida la asignatura que están explicando. También hay periodistas que si se muestran neutrales es porque a veces no recuerdan sus fuentes de aprovisionamiento. En todas las profesiones hay equivocaciones, pero es preciso distinguir entre errores y horrores. Los que cometen los médicos pueden coincidir con el último día de la vida de su cliente. Todos conocemos a doctores que si desean comunicarse con ellos tienen que acudir al espiritismo.
¿No son demasiados 12.000 casos? El Defensor del Paciente, si los estudia todos, puede verse aquejado de una grave dolencia. Hay quienes ven peor después de una intervención oftalmológica y quienes dejan de ver porque le contagiaron la hepatitis C cuando iban a curarse un esguince de tobillo. Debemos ser pacientes con los médicos. Ninguno quiere equivocarse, aunque su ojo clínico padezca estrabismo. Y el otro también.