Futuro imperfecto
Una de las señales que mejor hacen inequívoco el avance de los tiempos es que antes sabíamos el número de parados, y ahora, gracias a Dios, sabemos la cifra exacta de los que se van a parar. El desempleo, que es una tragedia, sólo se convierte en sainete para quienes se han instalado a gusto en él. Algunas gentes buscan trabajo con afán, pero hay otras que se llevarían una gran desilusión al encontrarlo. En los pueblos de la España profunda, tan profunda que se siguen haciendo excavaciones, se nota mucho. Hay una forma alternativa y pícara de subsistir trabajando en el paro o bien nadando y guardando la ropa en la economía sumergida. La cosa está bastante bien organizada, pero todos sabemos que si las estadísticas del paro fuesen ciertas nadie podría merendar en la terraza de un bar: alguien, generalmente mal vestido, metería la mano en su plato.
Actualizado: GuardarNo deja de ser un avance estadístico considerable conocer con antelación que en el primer trimestre del año 2008, que está al caer como fruta madura del árbol del Tiempo, habrá en España 27.000 parados más, lo que significa que el 8,4 de la población activa no podrá desarrollar ninguna actividad. Son datos del Euroíndice Laboral IESE-Adecco, que ha debido de sufrir mucho para elaborarlos y otro tanto para hacerlos públicos.
No es traidor el que avisa, pero puede tener muy mala leche. Nos atormentan con el futuro imperfecto después de transitar un pasado inmediato bonancible. Hacen mal los que nos amargan los días venideros. Hay que decirles lo que a aquel predicador que explicaba con todo lujo de detalles las penas del infierno: «Si hay que ir se va, pero no nos acojone». Si vamos a ir a una vida peor, ya iremos, pero no anticipemos los acontecimientos. Y menos en Navidad.