Opinion

Por favor, no enfermes en festivo

Relato de los hechos:

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Lunes 24 de diciembre de 2007, 11 de la mañana, mi hija había despertado con unas décimas de fiebre y una tos constante que no presagiaba nada bueno, ante esto, decidimos llevarla al centro de salud que estaba abierto aquel día para mi zona de residencia, cual es el de San Benito, allí sólo había dos médicos de guardia ninguno de los cuales era pediatra. Según lo hasta aquí relatado, utilizamos los conductos normales, es decir, acudimos en primer lugar al centro de atención primaria.

Pero siendo las 15 horas y ante la insuficiencia del tratamiento prescrito por el médico de medicina general (el cual nos advirtió de que su especialidad no era la pediatría) y la subida de la fiebre de mi hija hasta 39,5 º, mi mujer y yo decidimos acudir al servicio de urgencias pediátricas del Hospital. Al llegar, aquello parecía un parque infantil pero de niños enfermitos, bien es cierto que había niños muy malitos, entre ellos mi hija, que a la hora de llegar al Hospital ya iba por 40 º de fiebre, pero otros aparentemente no estaban tan mal pues andaban por allí correteando. Había tantas personas que no teníamos sitio para sentarnos, hasta que encontramos al rato de llegar un asiento, incluso algunas personas mayores utilizaban sillitas de niño de las que hay en una especie de guardería que tienen montada en urgencias.

Pero el tiempo pasaba y apenas llamaban a niños para ser atendidos, eran las 16 horas y estaban entrando personas que llevaban desde las once de la mañana ¿Tercermundista? Entonces, fui al celador y le dije que a mi hija no le bajaba la fiebre de 40 º y me dio un termómetro de ellos para cerciorarse de que era verdad lo que yo decía, y así fue, permitieron entrar a mi mujer con la niña y le administraron paracetamol para la fiebre y a la sala de espera, eso sí, había que dejarla en pañales para que le bajara la fiebre, o sea mi hija en pañales y hecha un trapo sin ser atendida aún. Pero es que había críos en las camillas que hay en el control de acceso a urgencias pediátricas, vomitando algunos, tiritando otros, otro con una bajada de azúcar al que le dieron un yogurt , en fin que aquello parecía un hospital de campaña.

A eso de las 19 horas, otra vez fui a decir al celador para que por favor atendieran a mi hija que no le bajaba la fiebre de 40 º, aquél me preguntó desde qué hora llevaba allí, le dije que desde las 15,30, y me contestó que tenía para rato, y volvió a lo mismo: termómetro y, en este caso, salió con una jeringuilla de dalsi para que se lo diéramos a mi hija.

Pasaban las horas, y hubo una franja de tiempo en que no llamaban a nadie. Hubo gente que venía de la Sierra y cuando me preguntaron desde qué hora llevaba allí optaron por marcharse. Para colmo no funcionaba la tele y no pudimos ni ver el mensaje del Rey de Nochebuena. A eso de las 22 horas («seis hora y media» después de llegar) fue llamada mi hija para ser reconocida por primera vez.

Previamente me había pasado por admisión de urgencias generales para interponer hoja de reclamaciones, allí el personal que me atendió amablemente no tuvo más que darme la razón por lo que pasaba y decirme que todo el mundo debía hacer lo mismo. Es obvio que mi escepticismo sobre los efectos que pudiera tener dicha hoja me ha animado a comunicar a la prensa los hechos acaecidos.

Al final, mi hija fue atendida y el diagnóstico: neumonía. El informe en el que se le da el alta tiene hora de la 22,30, ergo nos pasamos siete horas en el hospital con mi hija incómoda, hecha un trapo y con 40 º de fiebre, por cierto mi hija aún no ha cumplido los dos añitos. Me dan igual las razones de dicha atención, no se concibe que en el siglo XXI en un país del supuesto primer mundo y donde pagamos impuestos se dé ese trato a una niña tan pequeña.

En estos días el PP presentó una moción al presupuesto andaluz para 2008 en la que se pedía incluir el proyecto del segundo hospital para Jerez (lo mismo me da si lo hubiera hecho IU o el PA), a lo que el grupo socialista votó en contra. Valoren ustedes mismos.

Juan Carlos Moreno González. Jerez