Rudy Fernández. / EFE
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Apunta al futuro

Portland, el equipo de moda, tiene un gran porvenir, y probablemente en breve cuente con otro español: Rudy Fernández

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Para los aficionados más veteranos, los Celtics eran la referencia del baloncesto soñado. Ese equipo triunfador, calzado con las míticas botas altas de tela, al que sólo se podía ver en selectos pases de cine de 8 mm. Los Lakers de los ochenta tomaron el relevo de la mano del dominador Kareem Abdul-Jabbar, al que acompañaron posteriormente con indudable éxito los Magic Jonson, James Worthy o Byron Scott de la era del Showtime.

Sin embargo, un suceso insospechado contribuyó a situar a los Blazers en el mapa de los seguidores españoles: en 1986 ficharon a Fernando Martín y se empezaron a ver en España imágenes de esos extraños tramperos con un uniforme atravesado por una raya bicolor. «Portland es una ciudad tranquila y preciosa, atravesada por puentes donde nadie me para por la calle», comentaba el recordado pívot. Y el paso del tiempo no le ha afectado en absoluto. Situada en lo más recóndito de la geografía norteamericana, es un lugar perfecto para echar raíces y comenzar una nueva vida. Eso sí, si a uno no le importa la lluvia. Sólo tiene dos meses de sol al año.

En el aspecto meramente deportivo, nunca ha perdido su relación con el mundo ACB. A veces de modo abrupto (como con la fuga de Drazen Petrovic), otras triunfal (el desembarco de Arvydas Sabonis en Estados Unidos) y, algunas, intrascendente (el fugaz paso de Shasha Djordjevic). Estos cuatro casos sonados de ex madridistas se vieron ampliados la temporada pasada con la llegada de Sergio Rodríguez al puesto de base y la de Kevin Pritchard (ex jugador del Cáceres) al de mánager general. Y podría haberse aumentado la nómina esta misma campaña si Rudy Fernández (cuyos derechos llegaron desde Fénix la misma noche del draft) hubiera decidido sumarse a los de Oregón.

El escolta verdinegro prefirió darse un año más de experiencia en Europa y entrar por la puerta grande para evitar así el calvario que sufrió su compañero de selección a manos de Nate McMillan, un entrenador con mano de hierro que no está dispuesto a regalar ni solo un minuto de juego. Pero el Chacho Rodríguez ha hecho un alarde de paciencia y ahora está empezando a recoger los beneficios de su sacrificio. Ya está plenamente integrado en la rotación y, aunque juega poco, al menos sale todas las noches en el equipo más caliente de la Liga. Acumula once victorias seguidas y eso que se encontró con la fatalidad de perder a su nueva estrella, Greg Oden, en la pretemporada. La plantilla estaba pensada para acompañar a un gran pívot y, sorprendentemente, se ha reconvertido en un conjunto coral en el que destacan Brandon Roy (19 puntos, 4,5 rebotes y 5,6 asistencias) y Lamarcus Aldridge (17,7, 7,6 y 1,1). Y funciona.

Acabe como acabe este curso, el futuro pintará muy favorable para los Blazers. Con Oden en acción, y dos españoles, pueden marcar época.