Hasta debajo de las rocas
José Núñez Cruces ofrece en su canasto los mariscos de la costa gaditana que él mismo coge con oficio y cierta dosis de paciencia
Actualizado:Ahí está José con su canasto vendiendo los mejores camarones de la bahía. Él conoce como nadie los sitios buenos de verdad para echar la redecilla y que piquen. «Estoy casi siempre en Puerto Real, buscando de aquí para allá a ver dónde pega un salto un camarón», comenta. Y es que, al parecer, esto de marisquear está sólo hecho para los más pacientes. «No me digas, que para coger una cantidad que merezca la pena, hay que estar un cuantas horas, concentrado para pegar el tirón en el momento justo a la red y traerte para ti los máximos posibles», subraya. Para ello, nuestro hombre les pone a los camarones cebo de migas de pan. «Acuden de maravilla, pero no te voy a contar más secretos porque si no mañana va a estar todas las rocas llena de gente», comenta riéndose.
Cuando la costa está dulce y desprendida, también habitan en el canasto de José Núñez bocas, langostinos, mojama o cigalas, aunque este tipo de material lo compra a mayoristas. «Yo, gracias a Dios, tengo un buen trabajo, y esto es como una ayuda porque tengo cinco zagales y hay que buscarse tres duras más», comenta José.
Así que entre canasto y canasto, el marisquero se va a las playas más bonitas de la provincia a vender los ricos géneros que él mismo recoge del mar. «Me gusta ir a El Palmar, en Conil. Es una playa buenísima y, bueno, también hay chicas muy guapas por allí. O sea, que da gusto irse allí a ver el panorama y, de camino, traerse unas chapas extras a casa», recuerda mientras parece encendérsele la mirada.
Ricos
José Núñez lleva así cerca de quince años, trabajando por las mañanas temprano y buscándose la vida por las tardes entre las rocas más selectas. Los camarones tienen una pinta estupenda. Blancos como el nácar, y en su punto de coción, que también es un misterio. Un vasito vale un euro, según apunta. Y por otro más el marisquero te da un cangrejo de mar. Buenos productos de la costa gaditana, y, a la vez, un medio de vida para muchos que saben de lo que es buscarse cuatro duros aunque sea debajo de las rocas.