La CDU alemana se divorcia
La ruptura matrimonial de muchos de sus dirigentes obliga a la Unión Cristianodemócrata a modificar su conservador ideario programático
Actualizado:La palabra divorcio no existía en el diccionario de la Unión Cristianodemócrata (CDU) alemana, el partido que preside Angela Merkel y que siempre ha defendido los valores de la familia y del matrimonio como bienes sagrados. Pero los ideólogos de la principal formación cristiana de Europa han añadido una frase casi revolucionaria en su nuevo programa, que ha puesto fin a un dogma que ha imperado durante más de cincuenta años. «Junto a los valores de familia como la devoción y la fiabilidad hay que incluir el respeto a la individualidad y el deseo de desarrollo de las parejas y los niños», señala el documento. Asimismo, incorpora una expresión despreciada por este grupo en el pasado: la autorrealización del ser humano, lo que no excluye que el matrimonio sea disuelto por un juez.
La hermana bávara de la CDU, la CSU, una formación impregnada de fe católica y que condenó al infierno a los militantes que disolvieron sus relaciones para seguir los dictados de la pasión, admite con humildad que existe una gran discrepancia entre la realidad y los valores que ha venido defendiendo el partido. «Tenemos que admitir que nuestros ideales no se pueden realizar eternamente en la vida», manifestó el presidente del Parlamento regional de Baviera, Alois Gluck, cuando la CSU aprobó un documento en el que se admite que el ser humano tiene derecho a buscar una nueva pareja para «enriquecer» su vida.
Las variaciones de programa en los dos partidos democristianos tienen que ver con una realidad que tampoco escapa a los líderes más importantes de ambas agrupaciones. Y es que uno de cada tres matrimonios se disuelven en Alemania antes de cumplir cinco años.
Un anatema
Por eso, no extrañó cuando los lectores del Bild leyeron en la portada del periódico que la relación del jefe del gobierno de Baden Wuttemnberg, el otro estado católico por excelencia del país, había fracasado por una tercero, un ejecutivo de Porsche. El vínculo entre Günter Oettinger y su bella esposa, Inke, duró trece años y el político admitió que su esposa era terriblemente infeliz en su papel de primera dama.
Christian Wulff, otro miembro distinguido de la CDU y jefe del gobierno de Baja Sajonia, también escogió el Bild para comunicar que había abandonado el hogar matrimonial, después de diecinueve años de vida común. Se marchó al lado de una atractiva portavoz de una firma de neumáticos. Pero, lo que es algo raro en la tradicional familia democristiana -el fracaso matrimonial de los dos líderes- no afectó a sus carreras políticas, algo impensable hace veinte años cuando la palabra divorcio era un anatema que podía acabar con las aspiraciones del más destacado de los militantes.
Cuando faltan seis semanas para las elecciones regionales en su estado, Wulff compareció ante las cámaras de televisión para anunciar que en 2008 tenía tres motivos para sentirse feliz. «Celebraré el nacimiento de mi nuevo hijo, mi boda y mi reelección», dijo.
Las reglas eran otras hace dos décadas. Rudolf Seiters, por ejemplo, importante miembro de la CDU, estuvo a punto de ver cercenado su mandato parlamentario porque osó casarse con una mujer divorciada. Sus enemigos en el partido le acusaron, sin éxito, de violar las leyes del evangelio. En 1993, Edmund Stoiber y Theo Waigel, ex titular de Hacienda de Helmut Kohl, libraron una feroz batalla para convertirse en ministro presidente de Baviera. En medio de la contienda, el Bild publicó que Waigel engañaba a su mujer enferma con una campeona de esquí. Perdió la lucha, regresó a Bonn y poco después se casó con la campeona Irene Eppler. Pero el ex ministro siempre afirmó que su romance había sido filtrado al periódico para favorecer la carrera de Stoiber.