El porcentaje
Hace escasas jornadas, la televisión nos brindaba una noticia dentro de los avances de la ciencia médica bastante interesante, aunque no por ello esperanzadora ni mucho menos. Un laboratorio de EE UU nos ofrece la oportunidad de saber si corremos el riesgo, y en qué porcentaje, de contraer cáncer y otras enfermedades, mediante un simple análisis genético y con tan solo una pequeña muestra de saliva. Imaginemos por un momento que queremos salir de dudas y aportamos nuestra salivita a esos videntes de laboratorio para que nos digan nuestro porcentaje. En caso de salir «positivo» y después de abonar la factura nos iremos corriendo a nuestro médico para que nos diga qué hacer, porque estamos muy preocupados. El galeno simplemente nos dirá que casi todas las enfermedades son de tipo genético y que no hay que asustarse por el factor de riesgo que tendremos que afrontar, porque todo dependerá de si nuestra vida es sana y equilibrada, y para consolarnos, nos dirá que «a lo mejor» cuando se desarrolle ese tumor o esa enfermedad degenerativa en nuestro cuerpo podríamos tener ya setenta, ochenta, o noventa años, y con una sonrisa terminará diciéndonos que «de algo habrá que morir». Lógicamente, al tiempo que nos pone en guardia, tirará de receta y nos recomendará unos productitos de farmacia que a pesar de ser algo caros, nos vendrán estupendamente para prevenir la «probable» aparición de tan terrible enfermedad, y nos dirá amablemente que consumamos productos sanos y que hagamos algún tipo de ejercicio, y si puede ser en el gimnasio de su cuñado, tanto mejor. Aún así, nos acostaremos por la noche pensando en que somos «candidatos» y que en cualquier momento ese maldito verdugo va a aparecer y nos va a amargar el resto de nuestra vida.
Actualizado: GuardarAl día siguiente de conocer los fatídicos resultados del análisis, seguro que empezamos a notar en nuestro organismo algo extraño que anteriormente no habíamos percibido y el miedo se irá apoderando de nosotros. Los médicos no se atreven a admitirlo públicamente, porque la parapsicología no forma parte de sus sagrados manuales, pero ellos saben lo peligroso que es vivir con miedo, pues con él sólo se consigue acelerar a gran velocidad todo lo malo que nos tenga que ocurrir. Al final, como suele suceder, saldremos perdiendo los pobres y desconsolados pacientes. Pero esos nuevos videntes de laboratorio, las grandes multinacionales de fármacos y muchos profesionales de la medicina privada, se enriquecerán un poco más. Todo descubrimiento que al principio parece ir encaminado a favorecer a los humanos, termina convirtiéndose en un gran negocio para unos cuantos y de escaso beneficio para la sociedad. A mi no me hace ilusión otra cosa que viajar cuando puedo, y reírme de todo.
Rafael Franco García.
San Fernando