PAN Y CIRCO

El bueno

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e acaba 2007 y para ponerle la guinda digamos que el papel de bueno de la película corresponde a Antonio Calderón. La primera virtud que ha tenido el gaditano es que ha venido a ser un soplo de aire fresco donde llevaba tiempo oliendo a habitación cerrada. Su presencia comienza a dejarse notar al punto de dar la sensación de que estamos asistiendo al alumbramiento de alguien que puede dejar su impronta en la historia reciente de una entidad que nos estaba acostumbrando más a las noticias estrambóticas que a las satisfacciones deportivas. No lo ha tenido fácil el que fuera futbolista con clase y notoria personalidad. Primero porque a día de hoy todavía se analiza con lupa cualquier gesto o decisión que toma alguien al que muchos consideraban que le había llegado demasiado pronto semejante responsabilidad. No es su caso el de quien se tira a la piscina sin saber nadar y además alentado por sus monitores, como ya sucediera con Oli hace algo más de un año. Ahora -y sin que sirva de precedente- las prisas, los errores propios y ajenos y las decisiones de cara a la galería nos dejan a un tipo con la cabeza muy bien amueblada al frente de un equipo en el que un gran procentaje del cadismo había perdido la fe en las últimas jornadas. Se adivina una labor hercúlea en los próximos meses, pero nada está dicho en una competición de un pobrísimo nivel como indica que cualquier club es capaz de cambiar de vagón (ascenso o descenso) en cuanto acumula tres resultados de un mismo color. En este río revuelto que es la Segunda División, se puede mover como pez en el agua un Cádiz CF al que unos crasos errores de cálculo del mesías Baldasano eliminaron a las primeras de cambio del pelotón de los favoritos, pero que de la mano de Antonio Calderón está recuperando la cordura, una palabra que se le sigue atragantando a más de un inquilino de los despachos del estadio Carranza.