Más opio y más terroristas
Karzai y Sarkozy lo tienen claro. Los dos problemas principales que hay que afrontar en Afganistán son «la producción y tráfico de opio y el terrorismo». Así lo recogieron en el comunicado conjunto emitido tras la entrevista que mantuvieron en Kabul durante la visita sorpresa del presidente francés. Esta conclusión, sin embargo, llega tarde para un país donde estos dos problemas se han convertido en parte de la rutina diaria.
Actualizado:El colapso del régimen talibán y la llegada de las fuerzas internacionales en 2001 sirvieron de esperanza para un pueblo afgano que después de tantos años en permanente conflicto, se disponía a saborear las mieles de la paz, el progreso y la seguridad. Seis años después, con sólo cuarenta mil soldados desplegados en este enorme país y miles de muertos (entre ellos muchas víctimas civiles) la producción de opio se ha duplicado y los talibanes controlan de forma absoluta las provincias del sur.
Los cultivos de adormidera en Afganistán ocupan en 2007 unas 193.000 hectáreas, según el informe anual emitido por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD). Ni la presencia de tropas, ni los planes antidroga, ni los miles de millones de dólares donados para ayudar al país han evitado que en una sola provincia como Helmand se haya producido más droga ilegal que en países enteros como Colombia (cocaína) o Marruecos (cannabis).
«Los resultados son muy malos, terriblemente malos, porque el cultivo se ha incrementado en un 17% hasta alcanzar un nivel histórico», recogía el informe del organismo internacional que culpaba de esta situación al «mal gobierno, a un sistema judicial débil y a la corrupción». Los expertos vinculan este récord de producción de adormidera con el aumento de poder de la insurgencia en el sur del país.
Al-Qaida crece
«Hay elementos que indican un cierto crecimiento de la actividad de Al-Qaida, y naturalmente es algo que nos preocupa», señaló el secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, en su reciente visita a Kabul.
Los mandos internacionales en Afganistán reclaman el envío urgente de más efectivos para poder hacer frente a los talibanes, pero de momento esos nuevos efectivos no llegan y la presencia de la fuerza extranjera es sólo simbólica, apenas pueden llegar a controlar las principales ciudades de cada provincia. Algunos expertos señalan que la confirmación de la salida de casi treinta mil soldados estadounidenses de Irak en los próximos meses puede significar su reubicación en suelo afgano, pero este extremo aun no ha sido confirmado por Washington, que es quien aporta más hombres a la misión (quince mil), seguido de Reino Unido, con ocho mil.
Las fuerzas internacionales se enfrentan a una guerra asimétrica en la que además de los talibanes y los miembros de Al-Qaida, deben combatir a todo un espectro de delincuentes y narcotraficantes, muy bien armados, que han ido llegando al país aprovechando el desbarajuste reinante. Las tropas extranjeras se han centrado exclusivamente en la lucha contra el terrorismo, en mayúsculas, y han dejado a estos criminales en manos de la recién nacida Policía afgana, que nada puede hacer frente a ellos. El desafío afgano sigue siendo enorme. La comunidad internacional también tendrá que luchar contra la corrupción. Los grupos de derechos humanos reclaman la salida inmediata del poder de los antiguos señores de la guerra, que gracias a la política están amasando fortunas incalculables.