Tan emocionante como inútil
El Xerez regala una hora del duelo y tres goles para luego salvar un empate con un hombre menos De no haber logrado sumar un punto, los azulinos estarían en el fondo de la clasificación
Actualizado: GuardarIncapacidad moral. Ese es el mal que sufre el Xerez Deportivo, un equipo que ahora mismo no es capaz de ganarle a nadie. Da igual que Maradona, Zidane y Pelé se cuelguen la azulina y se enfrenten a Los Boliches. Si llevan el escudo del Xerez Deportivo en el pecho no serán capaces de superar a un banda de barrio, pues muy probablemente también ellos tendrían que arrastrar el lastre moral que perjudica muy seriamente a la plantilla que ahora dirige Juan Martínez, Casuco. Si no fuera porque Las Palmas ofrece unos síntomas muy parecidos al de los inquilinos de Chapín, el Xerez ya tendría sus huesos en lo más profundo del pozo, pues sin duda alguna durante el encuentro de ayer ante el Eibar, el Deportivo logró tocar fondo. No sólo porque durante algunos minutos ocupó virtualmente el último puesto de la tabla de clasificación, sino porque también quedaron al descubierto todas y cada unas de las vergüenzas de este Xerez. Desnudos e indefensos, hasta su propia afición se mofaba de unos jugadores que sacaron el encuentro adelante sin la ayuda de su hinchada, pues únicamente cuando el marcador era prácticamente irremontable, cuando estaban con un hombre menos y mirando al Eibar desde lo más abajo de la Segunda División fue cuando los xerecistas lograron sacar ese fútbol que se intuía en las botas de nombres como Míchel, Antoñito, Momo o Adrián Martín.
Ellos fueron los que lograron tres goles que en realidad no son más que puro maquillaje. Polvos y pintura de labios que no puede, ni debe, esconder otro malísimo resultado para una entidad que debe reaccionar en el 2008 si no quiere enterrar la temporada en el mes de marzo.
¿Una final?
El duelo nunca fue una final para los azulinos. ¿Intensidad? ¿Lucha? ¿Fuerza? Nada de eso, todo lo contrario: nervios, imprecisión, falta de pegada e incapacidad, mucha incapacidad e imposibilidad de ganarle a nadie. El Xerez no es capaz de vencer, y por mucho que en la previa se escuche que el encuentro es vital, cuando saltan al campo no logran atemorizar ni a un recién ascendido Eibar.
Ese esperado impulso inicial quedó en nada, pues durante esos diez o quince primeros minutos en los que se suponía que el Xerez iba a acorralar a su rival, los azulinos no crearon ni una ocasión de gol. Todo lo contrario, Porato vio como Martiño realizaba el primer remate -el cuero se fue por encima del larguero- o como no se daba validez al tanto logrado por Yagüe por fuera de juego. Un nefasto preludio a la pesadilla que comenzaría en el minuto 18 de partido. Una falta a unos metros de la frontal del área fue transformada en gol de manera magistral por parte de Martiño. El lanzamiento superó perfectamente la barrera, quedando muy lejos del alcance de Porato.
Una suave ráfaga de aire es capaz de derrumbar la frágil moral de los xerecistas, por lo que un mazazo de esas características simplemente hizo que los azulinos tocaran fondo. Si con el marcador a cero no fueron capaces de dar un pase derecho, con el 0-1 cada balón se rifaba y cada regate se perdía. Un despropósito de equipo que en ningún momento controló, ni tuvo opción de meterse en el partido.
Fallo tras fallo
El segundo gol del equipo rival fue un maravilloso ejemplo de cómo acumular errores en una misma jugada: tras dejar que el balón entrara en el área desde la izquierda y que Nacho Insa metiera la punta de la bota, a Porato se le escurrió la bola por debajo del brazo. A falta de cinco minutos para el final de la primera parte fue como rematar a un pobre moribundo tirado en la cuneta. Obviamente, la grada y Casuco comenzaron a acordarse del máximo anotador de la categoría que aún mordía uno de los asientos del banquillo. Y es que los disparos a puerta de los azulinos durante la primera parte sólo fueron dos: un remate de Carlos Calvo en boca de gol y un lanzamiento sin espacios de Mendoza dentro del área.
Sólo quedaba tirar de la pólvora isleña, que salió acompañado de Samuel. El experimento Benjamín-Zúñiga no funcionó en ningún momento, ya que nunca se acercaron a esos revulsivos que se pudieron ver en Castalia. En cambio, la revolución sí apareció con Yordi. El delantero salió súper motivado, hiperactivo, revolucionado... El estado del punta tuvo sus primeras consecuencias positivas en un tanto de penalti, y negativas en una expulsión por doble cartulina amarilla -una por un codazo en en la nube de jugadores que se forma en los cornes y otra por simular una caída dentro del área-. Exactamente 15 minutos fueron los que el delantero estuvo dentro del campo.
Antoñito tomó el relevo del isleño y capitaneó lo que apunto estuvo de ser una épica remontada, un auténtico punto de inflexión, un puñetazo encima de la mesa o una dulce bofetada que por fin despertara del letargo a este equipo. El sevillano se asoció con Portela para lograr el segundo tanto del Xerez y con Adrián, que puso el empate final a tres. El ex del Sevilla, puro arte, volvió a levantar a Chapín de sus asientos con un recorte eléctrico dentro del área que precedió al tanto de las tablas. Todo ello con un hombre menos en el campo y sin la presión del resultado ahogando los cerebros de los azulinos.
El problema es que uno de los factores más determinantes del mundillo del balón es el aspecto anímico, esa presión con la que este equipo no está sabiendo jugar y que al término de la jornada de ayer les dejaba a cuatro puntos de salir de la zona de descenso.
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