Villancicos, panderetas, lágrimas y despedidas en todos los bandos

La retahíla de datos económicos se apaga al ritmo que la legislatura. María del Mar Moreno no despide a los parlamentarios con el habitual: «Tengan precaución al volver a sus lugares de origen». La presidenta del Parlamento añade un listado de agradecimientos. No llora como su homólogo Manuel Marín. Ella aún no sabe si repetirá en el cargo y, en cualquier caso, sus cuatro años en el centro del hemiciclo han sido menos ásperos. Y eso quiere agradecérselo a los que han protagonizado un mandato tibio, sin enfrentamientos fraticidas. Parabienes por igual para todos los miembros de la Cámara.

Las lágrimas llegan con tinta verde y blanca. Pilar González, en su último turno de palabra como portavoz del PA, nombra a las que han sido primero amigas y luego, a una distancia más que prudencial, enemigas políticas: Concha Caballero (IU) y Antonia Moro (PSOE), compañeras de fatigas estatutarias.

La emotividad sube muchos enteros. Una cosa es saber que ninguna de las tres portavoces de los grupos parlamentarios de la oposición repetirá en la política andaluza y otra muy distinta consumir ese último segundo.

Teófila Martínez -al igual que Caballero y González- pone rumbo a la política nacional. Los villancicos que canta, con tino y arte, un grupo de políticos, funcionarios y otros trabajadores del Parlamento apenas si hacen referencia al adiós en sus letras.

El director de esta atípica agrupación es, un año más, Antonio Moreno, diputado andalucista. Le toca colgar la batuta. Él tampoco regresa el año que viene. Otro veterano como Antonio Romero o Ildefonso Dell Olmo que dicen un hasta luego.

El abrazo

Las panderetas y las letrillas hacen que la Navidad se cuele en la antigua capilla que alberga el templo político de Andalucía. Momentos de felicidad que amansan discrepancias pasadas o futuras. El repertorio concluye. Llegan los abrazos. Unos más esperados que otros. El de Manuel Chaves y Teófila Martínez llama la atención. ¿Qué se dijeron?. Un secreto.