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EMOCIONADO. Profundo sentimiento de Manuel Marín. / EFE
ESPAÑA

«Resignación elegante» en la despedida de Marín del Parlamento

Manuel Marín dijo adiós al Parlamento con una despedida agridulce por el cariño que, en el último momento, le manifestó su portavoz, Diego López Garrido, y la frustración de no haber podido culminar la ansiada reforma del Reglamento del Congreso. «Sólo me queda refugiarme en el decir del filósofo: ahí se lo dejo con resignación elegante», les dijo a los parlamentarios, que cerraron la trayectoria política de la Cámara Baja con un cerrado aplauso.

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El recordatorio, los agradecimientos y la despedida de José Luis Rodríguez Zapatero a Manuel Marín se hicieron esperar y nunca llegaron. El jefe del Ejecutivo socialista tuvo palabras de afecto y agradecimiento para otros parlamentarios que también dejan el escaño y el Parlamento. En el pleno del miércoles, mencionó a Begoña Lasagabáster, José Antonio Labordeta, Luis Mardones y Francisco Rodríguez, pero no dijo una palabra de la anunciada retirada del presidente de las Cortes.

No es de extrañar que Marín recibiera como un bálsamo el afectuoso discurso de López-Garrido, en el pleno de ayer, cuando lo cubrió de elogios por «imparcial, neutral y ejemplar». El portavoz del Grupo Socialista borró de un plumazo cualquier roce que haya podido haber en el pasado entre los socialistas y el presidente del Congreso y lo presentó como un «modelo» para sus sucesores.

«Reconfortado»

Marín confesó que deja el palacio de la Carrera de San Jerónimo «muy reconfortado», especialmente, por la reacción de sus compañeros de partido y confesó que «francamente, la necesitaba».

Explicó que fue su intención presidir bajo «el principio de la independencia y autonomía de decisión» aunque era consciente de que tal actitud no le libraría de «entrar en el espacio de los roces». Pidió, por lo tanto, perdón «si he molestado a alguien», al tiempo que agradeció a todas las bancadas, a los líderes parlamentarios y, en especial, a Mariano Rajoy, la «paciencia» que le regalaron.

Entre aplausos de los diputados, se encaminó a la puerta donde coincidió con Rajoy que le despidió con un apretón de manos mientras Zapatero abandonaba el hemiciclo por la puerta opuesta.