Un clásico que nunca falla
El perfume es uno de los regalos más seguros de estas fechas. Aromas clásicos, versiones renovadas o fragancias ultramodernas, siempre garantizan el éxito en Navidad y Reyes
Actualizado: GuardarUnos que vienen y otros que se van... Unos que nacen, otros morirán.... Los buenos quedan los demás se van...». Permitan la pequeña broma de tararear esta estrofa que, seguro, más de uno ha cantado en su vida -ya saben, la vida sigue igual...-, y se ajusta que ni pintadas para hablar de los perfumes, esos objetos de deseo que nacen, permanecen o mueren, según los gustos del consumidor. Los perfumes cobran protagonismo absoluto en Navidad y en Reyes: las cifras no engañan. «Lo más curioso es comprobar, no el incremento de las ventas en este periodo, sino lo que suponen éstas respecto a las ventas totales del año», indican desde el departamento de marketing de Puig. «Nosotros hemos hecho un estudio sobre nuestras fragancias, que se puede extrapolar a la perfumería selectiva en general, y el porcentaje de perfumes vendidos en esta temporada se sitúa entre un 32/33 por ciento más de lo normal».Porcentaje que, evidentemente, puede variar entre marcas, pero que es significativo, tanto en fragancias femeninas como masculinas, principalmente por el efecto regalo. «Además es en esta época cuando se concentra la mayor parte de los lanzamientos, aunque el producto se sirve habitualmente, en los puntos de venta, a finales de septiembre o principios de octubre», continúan desde Puig, que este año ha presentado la fragancia femenina CH de Carolina Herrera, batiendo récords de venta.
Olores infinitos
Clásicos de toda la vida o clásicos renovados, aromas que nacen ultramodernos, perduran o desaparecen. Los perfumes encuentran su alma en el mundo vegetal y animal y surgen gracias a la sabia combinación de diferentes componentes. Frutos, almizcle, maderas, flores, musgo... Los perfumistas eligen, mezclan y consiguen esencias capaces de despertar los sentidos y transmitir sensaciones únicas. El aroma de un perfume puede convertirse en un sello imborrable, con una increíble capacidad evocadora. Las mujeres -sobre todo- lo saben y convierten el acto de perfumarse -ese último detalle con el que completan su imagen-, en uno de los elementos esenciales de la seducción. La fragancia que eligen de manera habitual o para determinados momentos se transforma en parte esencial de su atractivo y tiene la fuerza suficiente para enviar mensajes sin palabras, que hablan sobre sus deseos y su personalidad. Es algo que se conoce desde tiempos inmemoriales (dicen que la perfumería fue invento de los egipcios), cuando los perfumes tenían también un componente religioso y denotaban poder.
Sea como sea, hay una cosa que está clara: el aroma, el perfume, la fragancia, terminan por formar parte de la personalidad de cada uno. Pero es verdad que unas veces se convierte en compañero inseparable y, otras, le somos infieles. Y es que está claro que algunos han nacido para convertirse en clásicos entre los clásicos. ¿Por ejemplo? Chanel nº 5, creado en 1921 por Coco Chanel y convertido desde entonces en emblema del lujo auténtico. Su misteriosa fÛórmula se guarda en el interior de una cámara acorazada y fue creada a petición Mademoiselle. Ella quiso un perfume que no se pareciese a ningún otro, que oliera bien y se pareciera a ella, con sus facetas múltiples y contradictorias. En pocas palabras: «un perfume de mujer con aromas de mujer», suntuoso e infinitamente seductor. Su deseo fue hecho realidad y su exigencia, claramente visionaria, anunció la revolución que el nº 5 iba a aportar al mundo de la perfumería. Después llegaron otras joyas, como Miss Dior, en 1947, y L'Air du Temps de Nina Ricci, en 1948. Y, desde EE UU, Youth Dew, de Estèe Lauder, un lujo accesible que triunfó en el mercado sin llevar firma de diseñador. A partir de entonces surgieron ya muchos otros perfumes, elaborados cada temporada atendiendo a los criterios del marketing, que rastrea nuevas necesidades y modas. El éxito de un perfume a largo plazo es un misterio. Hay aromas que constituyen la realeza, pero entrelos advenedizos siempre surge esa fragancia que se termina por convertirse en un clásico.