Soltar lastre
Actualizado: Guardaras expresiones sonrientes de los rostros de los jugadores, el tono animado de las palabras del entrenador y los comentarios entusiastas de muchos aficionados nos demuestran con claridad que la trabajada victoria frente al Celta nos ha producido un efecto saludable o, al menos, sedante. Esos tres goles han serenado los ánimos y han relajado esos nervios que, desde hace tiempo, estaban agarrotados. Todos coincidimos en que, desde la nueva posición clasificatoria, divisamos un panorama más despejado y en que, alejados del abismo de los últimos puestos, ahora sí es posible dirigir la mirada hacia arriba. En mi opinión, hemos de evitar dos amenazas igualmente graves: la euforia y la ansiedad. Este paso ha sido importante, pero no aleja definitivamente el peligro porque algunas de las carencias advertidas en los partidos anteriores no se han corregido de manera plenamente satisfactoria. Sería contraproducente, además, que nos obsesionáramos nuevamente con el ascenso. Lo más acertado en estos momentos sería que, en vez de fijarnos en el tercer clasificado, centremos toda la atención en los tres equipos que nos preceden y soñemos con la posibilidad de adelantarlos el próximo domingo. Si el equipo amarillo gana en Tarragona, el partido frente al Málaga puede ser una de las fiestas que tantas veces hemos celebrado en el Carranza. Ahora, ya que se ha soltado una gran parte del pesado lastre de tensiones que se acumularon durante los primeros encuentros, estamos en condiciones de valorar la calidad de la plantilla y de calibrar sus posibilidades reales. El trabajo concienzudo de Antonio Calderón y la entrega de los jugadores nos proporcionan suficientes garantías para pensar que esta recuperación no es un simple espejismo sino que constituye un argumento para demostrarnos que se ha roto la inercia negativa y que, con esa humildad tan proclamada, el equipo seguirá por la senda de los triunfos.