Opinion

Fe y exaltación

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l inicio del hadj, el peregrinaje a la Meca que tiene lugar cada doce meses, reunirá en los lugares sagrados donde vivió Mahoma a casi dos millones de fieles, cuya devoción convierte la cita en la mayor manifestación de religiosidad de las que se celebran anualmente en el mundo. Pero esa legítima exaltación de la fe no debería conducir ni al rechazo de otras confesiones, ni a la exacerbación de las propias. La defensa que efectuó ayer uno de los principales imanes saudíes de las reglas más extremas de la Ley Islámica -la pena de muerte y los castigos corporales- ante decenas de miles de fieles no sólo constituye un inquietante acto de proselitismo. Supone, ante todo, una reprobable supeditación de la religión a sus interpretaciones maximalistas y la imposición de éstas al valor universal de los derechos humanos.