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VUELTA DE HOJA

Entre otras cosas

Hay una estadística imposible: la que pueda enumerar, uno por uno, los objetos absolutamente prescindibles que podemos adquirir por estas fechas.

MANUEL ALCÁNTARA
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El calendario obliga, mucho más que la nobleza, y sentiríamos una desagradable sensación de fracaso si en esta época no nos permitiéramos algún derroche. Nos llueven las ofertas comerciales, en ardua competencia con las de los partidos políticos, y no hay más remedio que mojarse.

Entre otras cosas, los periódicos, las revistas que nadie lee y sólo sirven para abanicarse, y las televisiones insisten en mostrarnos bellos objetos que no nos hacen ni puñetera falta.

Entre ellos abundan los relojes carísimos, cuyo diseño sólo ha experimentado una ligera variante con el de la temporada anterior, salvo en el color de la esfera.

¿Por qué se fabrican cada vez con una superficie más oscura? ¿Se pretende que sólo sepamos la hora que es de un modo aproximado?

En tiempos de nuestros mayores los relojes eran más lógicos. Todo el que los miraba sabía a qué atenerse.

Ahora tienen muchas circunferencias pequeñas dentro de la que abarca a todas y se apelotonan los números de tal manera que si alguien ha tenido la imprudencia de regalarnos uno, las personas mayores tenemos que preguntarle qué hora es al señor mayor que esté a nuestro lado.

Hay muchas personas que lo único que desean es que le regalen el oído, pero no es inferior el número de las que se ven obligadas a agradecer obsequios indeseables.

La plusmarca la ostentan los perfumes. ¿Qué valdrían los perfumes si no se envasaran tan lujosamente? En general, vale más el collar que el perro.

Hay estetas que aseguran que todo lo bello es útil. Quizá sea más cierto lo contrario.