VUELTA DE HOJA

Recuerdos de familia

Ya no se ofrece trato familiar más que en algunas pensiones baratas. Parece que la institución, también llamada primera célula social por algunos fisiólogos, está en decadencia. Los divorcios exprés, que hacen fulminantes las separaciones, y las clínicas donde se practica el aborto de urgencia no sólo tiene preocupados a los moralistas, sino a los demógrafos. No creo que el riesgo sea tan inminente. Mientras los seres humanos tengan, como en el poema de César Vallejo, un certificado que prueba que nacieron muy pequeñitos, existirá la familia. Hay que apoyarse en ella, así como en sus variantes sucesivas: los amigos, el clan y la mafia. El caso es no estar solos, ni dejar solos a los demás.

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El cardenal Cañizares, que quizá sea menos dúctil que lo fue en su tiempo el cardenal Richelieu, dice que «la razón cristiana del matrimonio es la que está inscrita en la naturaleza». Es mucho decir. Por supuesto, él, que ayuda a que se mantenga la familia, no ha tenido que mantener a ninguna. En la turbulenta historia de la Humanidad la congregación familiar ha existido desde mucho antes de la venida de Cristo. Una prueba irrefutable es que la Sagrada Familia ya daba que hablar cuando Jesús de Nazaret era chico y jugaba con los otros niños sin saber que era el Niño Jesús.

El encuentro de familias, que se va a celebrar dentro de un par de semanas en Madrid, congregará a cerca de 200.000 personas, algunas más si no llueve. Se hablará de la educación de los hijos, de fidelidad conyugal y de otros asuntos a los que alguien llamó «el querido pulpo familiar». En mi opinión no sólo son fuertes sus tentáculos sino que su tinta es indeleble. Solemos llamar tradición a algo que no necesita ayudas para continuar sus ceremoniales.