Opinion

Inolvidable grupo del veintisiete

«Vengo para saludar con reverencia y entusiasmo a mi 'capillita' de poetas, quizás la mejor capilla poética de Europa ( ) Entre todas las voces de la actual poesía, llama y muerte en Aleixandre, a la inmensa en Alberti, lirio tierno en Moreno Villa, torrente andino en Pablo Neruda, voz doméstica entrañable en Salinas, agua oscura de gruta en Guillén, ternura y llanto en Altolaguirre, por citar poetas distintos, la voz de Luis Cernuda erguida suena original ( )». Estas palabras fueron pronunciadas por Federico García Lorca en el ágape que le fue tributado a Cernuda el 19 de abril de 1936, asistiendo lo más granado de aquel momento irrepetible en España, que con todo merecimiento y justicia fue llamado el nuevo Siglo de Oro de las letras, las ciencias y las artes de España. Por estos días hace ochenta años, de aquel viaje a Sevilla de un grupo de insignes jóvenes poetas asistente, que tuvo su acto culminante en el Ateneo hispalense, propiciado muy especialmente por la generosa aportación del gran diestro de leyenda Ignacio Sánchez Mejías, en conmemoración del tricentenario del poeta cordobés D. Luis de Góngora.

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Con aquella importante conmemoración nació oficialmente el Grupo del veintisiete, también denominada de la República o la de los nietos del noventa y ocho. Pues bien, «la mejor capilla de poetas de Europa» era condenada, tras el ilegal pronunciamiento de julio de 1936 al grito de «¿Viva la muerte! ¿Muera la inteligencia!» a aquella pléyade de celebridades a la muerte, al exilio interior o exterior, al silencio, hasta la recuperación de las anheladas libertades de todo estado de derecho, tras la sinrazón que toda dictadura conlleva. Hombres y mujeres, esclarecidos intelectuales que prestigiaron con su obra espléndida a España, aún en los más críticos momentos. Mi gratitud y reconocimiento a toda una inolvidable generación y no sólo a los más populares y divulgados, sino aquellos y aquellas que pese a padecer el injusto olvido, su obra es igualmente importante desde siempre.

Alfonso Aguirre Cabezas

Puerto Real