SOMOS DOSCIENTOS MIL

Hablemos de cañones

Yo, que me tragué trece meses de mili en el Regimiento de Caballería Ligera Acorazada Santiago número 1, con sede en la muy noble y leal ciudad de Salamanca -hay cosas que marcan-, tengo muy claros conceptos tales como carro de combate, vehículo blindado, vehículo de asalto o cañón. Básicamente un cañón es el tubo de una pieza de artillería que permite batir blancos dentro de la vista directa del artillero. El cañón de por sí vale de poco, salvo que en el mismo se introduzca la oportuna munición, así como que éste cuente con el correspondiente dispositivo de disparo que evidentemente no voy a detallar. De hecho, ni estas líneas son unas notas dedicadas a las armas de guerra, menos aun con los colectivos ecologistas protestando por casi todo, ni este cronista pretende en modo alguno hablarles de armas en vísperas de la Navidad.

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El cañón del que quiero hablarles hoy, es el que se ha considerado como importante novedad de la Navidad jerezana. Este año, decían los titulares de la prensa local, la pista de patinaje instalada en la Plaza del Arenal, contará como gran novedad con la instalación de un cañón de nieve artificial que será un gran atractivo para los usuarios.

Hablemos claro. O yo no supe aprovechar mi época de servicio a la Patria, o en el Ayuntamiento de nuestra ciudad nadie ha hecho la mili y por ello, no tienen ni idea de cómo es un cañón. Pero bueno, periodo militar al margen, habría bastado con acercarse por las pistas de Sierra Nevada o de cualquier otra estación de esquí de nuestro país, para ver en la realidad como es y, lo más importante, como funciona y cual es el caudal de nieve que el mismo es capaz de lanzar por minuto.

Los cañones de nieve artificial -y extraigo datos del principal fabricante español de tal maquinaria- crean una corriente de aire a gran velocidad que unida a un caudal de agua que se lanza simultáneamente a través de un cañón, produce la dispersión de éste en pequeñas gotas. El aire y el agua fluyendo a gran velocidad, junto con unas condiciones de temperatura y humedad ambientales, producen los mismos fenómenos de enfriamiento por convección, evaporación y liberación de energía que en el proceso de la nieve natural, lográndose así la fabricación artificial de la nieve.

Esto es y esto hace un cañón de nieve artificial. Unir agua y aire a gran velocidad a través de un tubo metálico -el cañón-, que gracias a las adecuadas condiciones ambientales de frío y humedad, logran el efecto de una nevada. Entenderán a estas alturas que el parecido de todo ello con lo instalado en la Plaza del Arenal, que no deja de ser un ventilador potente con un bote de mistol delante, hace que las coincidencias entre un cañón de nieve estándar y nuestro cañón de nieve sean las mismas que entre el atún al betún. Los dos suenan parecido pero no tienen nada que ver.

Nuestro cañón de nieve artificial es capaz de generar pequeñas gotas de un producto desconocido que son lanzadas a pocos centímetros del mismo. Un cañón de nieve artificial que se precie lanzará a varios metros de distancia, varias toneladas de agua y aire que mezclados a gran velocidad provocan un efecto similar al de una nevada. Nuestro cañón, en la calida plaza jerezana, no logra que su "nevada" perdure poco más de unos segundos. Cualquier cañón de nieve en una montaña a gran altura, con las adecuadas condiciones de frío y humedad, logran que la nieve lanzada se asiente al punto de permitir incluso esquiar por ella. Por tanto, aquel jerezano que crea haber visto nevar en la Plaza del Arenal delante del citado cañón, bueno sería que acudiera a cualquiera de las múltiples ópticas asentadas en nuestra ciudad -algunas en la misma plaza- para un exhaustivo examen, o al menos que deje de abusar en estas fechas, tanto del mosto, como de cualquier otro de nuestros preciados caldos.

Pero bueno es menester dejar los cañones al margen pues observando el calendario me percato de que estamos justo a una semana de la Navidad. Dado que soy tremendamente navideño, aprovecho estas líneas simplemente para desearles, con el corazón en la mano, que las próximas fechas sean felices, alegres y, por encima de todo tremendamente entrañables aunque no haya nieve en Jerez. Feliz Navidad.