TRIBUNA

Se acabó

Si fuera una película aparecería The end o Fin. En ésta ocasión aparecerá Fin como algo genuinamente español. La economía es como la vida misma. Esta se compone de ciclos vitales y aquella de ciclos económicos. Unos y otros tienen principio y fin, son las sucesivas películas que componen toda una vida. Se suceden sin solución de continuidad, lo que no significa que no se note. Este fin de ciclo y comienzo del siguiente es tan inminente que casi todo son ahora conjeturas. Pero el momento denota brusquedad, nada de aterrizaje suave. Por qué entonces no se utiliza adecuadamente el instrumento de los Presupuestos del Estado para el próximo año, para amortiguar en lo posible los efectos perniciosos que la inflexión del ciclo ya produce sobre nosotros? La coincidencia de la situación con otra que nos viene dada cada cuatro años, puede tener unos efectos en el medio y largo plazo nada deseables. Por pretender hacernos ver una realidad distinta en el corto plazo, al menos en el que queda hasta las elecciones, la economía española no dispone ahora ni dispondrá en los meses venideros, de las herramientas necesarias que consolidan nuestra economía real para situarla definitivamente entre las economías más poderosas de nuestro entorno.

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La caracterización del final del ciclo alcista se ha manifestado en términos de crecimiento económico, en unas condiciones de financiación y en un entorno exterior muy favorable, lo que ha provocado un gran dinamismo inversor. La nueva situación, la de hoy mismo ya denota haber pasado el punto de inflexión que supone siempre el final de un ciclo y el comienzo de otro, el siguiente. La economía es así, cíclica y circular. Las magnitudes macro económicas, lo venían prediciendo meses atrás y hoy lo corroboran. Todo ello se sintetiza ahora en las pocas halagüeñas perspectivas de crecimiento económico en la zona euro para 2008.

En este contexto, el Banco Central Europeo predice que en el corto plazo la inflación repuntará hasta el 3%. Será entonces esto impedimento para el recorte de tipos? La previsión más fiable consiste en la bajada de tipos para situarse en la próxima primavera en el 3,75% y se justifica en la desaceleración del crecimiento de la economía europea, cuya previsión de recuperación se estima para la segunda mitad del año que viene. El Banco Central se debate entre las presiones inflacionistas con previsibles riesgos al alza, derivados de los precios de las materias primas, la crisis de liquidez y la apreciación del euro y el férreo control de los tipos, que no se extrema porque el endurecimiento de las condiciones crediticias que supone una subida de tipos, desafía directamente el crecimiento económico. Evidentemente si no fuera por esto, el Banco Central hubiera cortado de raíz el proceso inflacionista, ya que el objetivo prioritario del Banco es controlar los precios, a costa si hace falta de un menor crecimiento económico de carácter puntual.

La OCDE ha revisado el crecimiento para España durante 2008 al 2,5%. Es decir, 0,8% por debajo de la previsión del Gobierno, que lo sitúa en el entorno de los Presupuestos Generales del Estado en el 3,3%. Los mismos pilares que han sustentado el período alcista, son ahora los culpables del parón de nuestro crecimiento (construcción, empleo y consumo privado). Los efectos inmediatos que se desprenden del cambio de ciclo en el que ya estamos inmersos son, la caída de la construcción, los niveles más bajo conocidos en los últimos años en los niveles de confianza del consumidor, el ajuste en los precios de la vivienda, con tendencia incluso a su bajada, la pérdida del dinamismo industrial y el recorte del consumo familiar. Todas estas macro magnitudes tienen un doble efecto, el descenso de la recaudación fiscal y el aumento de la tasa de paro, que podría situarse en torno al 9%, amén del retroceso de la demanda interna que caerá del 4,3% del año en curso, al 2,5% el año que viene.

En torno a éstas cifras se aferra el Gobierno para la defensa de sus Presupuestos, que no obstante han sido rechazados ahora por el Senado. Es palpable la divergencia entre el Ministerio de economía y la Oficina Económica del Gobierno. Aquel reconoce que las cifras de «crecimiento» que sustentan los presupuestos se han quedado «algo larga», pero no se han reconsiderado y ello a pesar de los fuertes desequilibrios que todo ello puede producir.

Que los problemas económicos nos acechan, es una evidencia. En la última de las encuestas del CIS, el desempleo vuelve a ser la primera de las preocupaciones de los españoles, que creció a un ritmo del 3,5% en noviembre sobre el mes anterior. Tuvo un mayor impacto en la construcción, castigando más que proporcionalmente a los inmigrantes, ya que había sido «sector refugio» para ellos. Otro dato preocupante y casi desconocido desde 1996, es la caída en las cifras de las altas en la Seguridad Social. Las incorporaciones a ésta crecieron en el mes de noviembre un 2,6%, cifra que se convierte en la más baja desde entonces.

La película ha llegado a su fin obviamente. El ciclo ha muerto pero la vida sigue, también la económica. La responsabilidad de un Gobierno consiste en decir las cosas tal como son y en este momento procede hacer el comentario «señores, esto se ha acabado». Hay que atarse los machos y no tirar por la borda todo lo conseguido durante el período de bonanza económica que nos ha situado en una posición de cierto privilegio, desde luego si observamos a nuestro alrededor.

Esperemos que la recesión sufrida en 1993 sea ahora sólo un espejismo, pero el impacto de la crisis inmobiliaria sobre la construcción y la repercusión de ésta sobre la economía española, el 12% del PIB y el 18% del empleo, nos conduce a una situación de franco retroceso en el crecimiento económico y a un alarmante repunte de las cifras de desempleo.