La FAO lanza la alarma por la subida del 40% en el precio de los alimentos en todo el mundo
La organización advierte del riesgo de una crisis de hambre y conflictos en los países pobres si no se toman medidas
Actualizado:El pan no sólo está caro en la panadería de abajo, está pasando en todo el mundo. No es algo de España o de Europa, es global, y sus causas y consecuencias también lo son. La organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con sede en Roma, lanzó ayer la alarma sobre la espectacular subida de los precios de los alimentos en el último año y advirtió de que los países pobres pueden ser los primeros en pagarlo muy caro. Es decir, el hambre puede volver a repuntar en el mundo. «El riesgo existe», confirmó ayer Jacques Diouf, director general de la FAO, en rueda de prensa. Además, ya han surgido revueltas sociales por este motivo, como ha sucedido en México, Marruecos, Uzbekistán, Yemen, Guinea, Mauritania y Senegal.
El precio de los cereales, a nivel mundial, ya subió el año pasado un 9%, pero este año se ha disparado un 40%. La harina, por ejemplo, ha aumentado un 22% y el aceite, en sus diversos tipos, un 70%. El número de países que, con estos precios, no se pueden permitir los alimentos básicos asciende ahora mismo a 37, según la FAO, porque sufren guerras o han padecido desastres naturales.
¿Cómo se ha llegado a esto? Para empezar, hay menos comida, y los precios suben. En los primeros meses de 2008 las reservas mundiales de cereales descenderán a 420 millones de toneladas, el mínimo histórico desde 1983. La 'despensa de emergencia' de maíz, por ejemplo, ha caído un 10% y en caso de que haga falta, cuando sucedan desgracias en algún país y haya que echar mano de los excedentes, durará tres semanas menos que en los últimos años.
Un mal año
¿Por qué hay menos comida? Aquí está la causa primera de esta crisis y es muy sencilla: ha bajado la producción. Ha sido un mal año en muchos países debido a sequías e inundaciones, y aquí entramos en otro tema peliagudo. Sí, el famoso cambio climático. Diouf acaba de volver de Bali, de la cumbre de la ONU sobre el clima, y subrayaba ayer que empieza a ser un factor decisivo, como se acaba de ver en Ucrania y Australia. Estos dos países están entre los mayores exportadores de trigo del mundo y este año han tenido un bajón «preocupante» en su producción. Resultado: los países que no lo producen y encima tampoco nadan en dinero lo tienen muy negro. En Perú, por ejemplo, el trigo ha subido un 50% este año. O más cerca, por entender la inmigración: Argelia, Egipto y Marruecos importan el 66%, el 50% y el 36% del trigo que consumen y una subida brutal del precio del pan como la actual pone a la gente contra las cuerdas.
Igual está pasando en muchos países que dependen de la importación de trigo, como Cabo Verde, Gambia, Eritrea, Somalia, Lesotho y Suazilandia, por no salir de África. Y en países asiáticos como Mongolia, Sri Lanka y Timor.
En todos ellos, incluso cuando han tenido un buen año y no andaban a tiros, generalmente con armas occidentales, necesitaban comprar como mínimo el 50% del trigo que consumían. Los precios han subido también, como siempre, porque ha aumentado el del petróleo, y los transportes suben. Pero el coste del combustible, de rebote, ha hecho entrar en juego un nuevo factor: el aumento mundial de la demanda de los biocarburantes.
Se veía venir. El último invento humano es que la comida ya no se come, se usa para producir energía. Por eso sube el precio del maíz, porque de repente es más valioso. Por la misma razón sustituye a otros cultivos. Mientras se potencia esta nueva gasolina, al muerto de hambre, por ejemplo centroamericano, ya ni siquiera le llega para una tortilla. En Guatemala, el precio del maíz ha subido un 50% en el último año.