Estima
Los publicistas saben latín, está claro. Por eso me cuesta creer que aún no hayan fichado a Ana Obregón para ese anuncio de lacas, champús y cremas que invariablemente termina con la coletilla: Porque yo lo valgo. Francamente, si lo que pretenden es inculcarnos a las mujeres una elevada autoestima, no se me ocurre un ejemplo mejor. Cada vez que Ana sale en la tele, diga lo que diga, es como si invariablemente debajo subtitularan para sordos esa famosa leyenda de: Nena, tú vales mucho.
Actualizado:Lo digo con admiración. Incluso con reverencia. Y hasta con envidia insana. Obregón tiene un concepto de sí misma inversamente proporcional a la autoestima de Kafka. Lo raro, tal como está de boyante el mercado de los libros de autoayuda, es que no haya escrito uno, capaz de salvarnos de todos nuestros complejos.