Razones de un fracaso
Otra vez el Informe PISA arroja resultados para España y Andalucía que no se corresponden con otros indicadores socioeconómicos y que oposición y medios interpretan como catastróficos. No es totalmente cierto, pero su análisis es muy complejo. Mientras se comparan países, es probable no equivocarse y citar factores de correlación con poder predictivo o explicativo. El problema se complejiza al comparar Comunidades Autónomas con resultados paradójicos, como que los peores se obtengan en regiones de distinto nivel de renta (Andalucía y Cataluña) mientras otras, comparativamente pobres (Castilla-León), obtienen mejores índices. ¿Qué pasa en Andalucía?
Actualizado: GuardarEs una simpleza, que los anteriores informes PISA demuestran, que el problema sea sólo cuestión de dinero, leyes educativas o del partido de turno. Influyen, pero no explican. Quizá porque las razones son más difíciles de captar estadísticamente, sea por su dimensión temporal y complejidad, o por su misma naturaleza (aptitudes y valores). De los primeros hay evidencias. Por ejemplo: está comprobado sociológicamente que la herencia cultural (nivel educativo de los padres) correlaciona con los resultados escolares. Las posibilidades de tener éxito a los 16 años es tres veces mayor para hijos de universitaria que para los de Sin estudios. Andalucía tiene menos porcentaje de universitarias y más de analfabetos. Así que está pasando factura la estructura socioeconómica y la tradicional educación selectiva (de clase y de género). El sistema educativo ha funcionado peor como vía de movilidad social ascendente, con la consecuencia de una menor implicación familiar en la educación. La escolarización se ha realizado tardíamente y con profesores de otras regiones. Nuestra tradicional alta natalidad ha generado ratios profesor-alumno superiores (30-35). Cuando apenas se había alcanzado la escolarización universal a los catorce, se ha tenido que extender hasta los dieciséis, con lo que las tasas de fracaso y abandono escolar han sido superiores (36,8%). Su efecto sobre el desprestigio del sistema educativo en un contexto laboral de mucho desempleo y ausencia histórica de una estructura empresarial productiva es tremendo. El no haber conseguido prestigiar las salidas profesionales, lleva al fracaso a la mayoría de quienes no aspiran a la Universidad. Aspiran las clases medias, menos numerosas en Andalucía. Por consiguiente, la mayoría de las familias no se implican en la vida escolar, tienen otras prioridades o están muy ocupadas (reciente incorporación femenina al mercado de trabajo), como reflejan los bajísimos índices de participación en Consejos y AMPAS.
El recorrido de Andalucía en todos los sentidos (incluido el aumento de la inversión) ha sido espectacular y lo previsto en la LEA va en dirección adecuada. Sin embargo, pesan historia y cultura, con factores intangibles como las actitudes hacia el profesorado y su prestigio. Se ha pasado de hacer regalos a los profesores a pegarles cuando riñen a los hijos. Se ha perdido el respeto y el agradecimiento a los enseñantes. Se ha olvidado que todo lo valioso cuesta esfuerzo adquirirlo y mantenerlo. En Andalucía los niños no ven leer apenas a sus padres, sino pegarse a la Tv basura (de la que somos líderes) tarde y noche y los pocos libros que se compran son para rellenar los huecos de la librería, ¿por qué van a leer ellos, siendo tan accesibles y atractivos el Internet y las Plays que se regalan con auténtico derroche? ¿Quién prestigia a los buenos alumnos? ¿Cómo se premia a los buenos profesores?