Éxito del planeta Tierra
Todos tenemos que apretarnos el cinturón si queremos que nuestros hijos y nuestros nietos puedan sobrevivir con cierta dignidad en la Tierra. Es muy legítimo que los gobernantes de cada país defiendan lo que consideran intereses prioritarios para sus ciudadanos como son el desarrollo económico, el mantenimiento de los puestos de trabajo o el estado del bienestar pero la tozuda realidad demuestra cada día que si no se toman medidas, en unos pocos años, sólo podrán gobernar la miseria causada por las catástrofes naturales que puede provocar el cambio climático.
Actualizado: GuardarTenemos hoja de ruta de Bali, es decir un documento donde 190 países reconocen la grave amenaza que afronta el planeta Tierra por un calentamiento global causado por el ser humano, principalmente, por la quema de combustibles fósiles, y abre las negociaciones para alcanzar un nuevo protocolo de Kioto en Copenhague en 2009, para reducir sustancialmente las emisiones de gases con efecto invernadero.
Es un acuerdo de mínimos donde no hay compromiso respecto a las cantidades, sólo se recogen a pie de página, pero ha sido aceptado por todos después de arduas y emocionadas negociaciones. La administración Bush sostuvo su protagonismo negativo hasta que no pudo soportar los reproches generalizados.
Bush le ha hecho un enorme favor a quien sea el candidato republicano en las elecciones presidenciales del año que viene. Hay que destacar la firme posición de una Europa unida plantando cara de una manera seria, sin fisuras, a la decaída gran superpotencia y principal contaminante del planeta. Pero no es el único, porque la hoja de ruta de Bali no tendría sentido si otros grandes contaminadores como China, India, Sudáfrica, economías emergentes que lideran el G77 de países en desarrollo, no se hubieran sumado al esfuerzo de sacrificar parte de su crecimiento económico para contaminar menos a cambio de lógicas compensaciones económicas y tecnológicas de los países desarrollados, máximos responsables de la situación actual.
Bali nos permite, al menos, respirar un poco más tranquilos de cara al futuro y devuelve a la ONU prestigio y credibilidad. Queda mucho por hacer y necesitamos un nuevo modelo energético.