La suerte está echada
La Unión Europea se acomodó ayer al papel que sobre Kosovo le atribuyó el consenso imperante, forjado tras el anuncio de Washington de reconocer clara y rápidamente la independencia de la provincia serbia: no se mencionó la palabra independencia, se recurrió a la fórmula convenida de un Kosovo democrático y pacífico y se confirmó a una Serbia estable y próspera la explícita posibilidad de entrar más pronto que tarde en la Unión.
Actualizado: GuardarLas reticencias de Chipre, España o Bélgica no impedirán que suceda lo previsto: a más tardar después del veinte de enero, es decir, tras las elecciones en Serbia, Kosovo proclamará su independencia unilateral y cada país será libre de reconocerla o no pero habrá mayoría abrumadora a favor del sí.
La Unión, en todo caso, fue unánime en el envío de una fuerza policial y de asesores legales para ir sustituyendo poco a poco a la misión mixta OTAN-ONU que, de hecho, ejerce un protectorado sobre el territorio, del que la minoría serbia está considerando, en buena parte, marcharse, aunque formalmente dispone legalmente de una protección completa, tanto en los textos legales como a cargo de los contingentes militares extranjeros a cargo.
El troceamiento de Serbia, como escriben los medios rusos, pone fin así, salvo novedades no del todo excluibles, a la explosión de Yugoslavia y a la guerra de los Balcanes que ensangrentaron la región en los noventa. En términos estratégicos, Rusia y el mundo eslavo-ortodoxo son los perdedores y en el flamante nuevo Estado independiente ya está lista una gigantesca base militar norteamericana, Camp Bondsteel, construida por Kellogg Brown and Root, el mayor contratista civil del Pentágono.
El interés norteamericano por la emancipación de los albano-kosovares tiene explicaciones más allá del deseo de garantizar los derechos de minorías étnicas en procura de una expresión estatal o relacionables con lo que la UE llamó ayer, pudorosamente, insostenible statu quo. Desde que la misión Ahtisaari concluyó lo que todo el mundosabía la suerte estaba echada.