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Bolonia ocupa el centro de la Historia
El yacimiento romano de Baelo Claudia cuenta ya con el edificio para visitantes como excepcional complemento El recinto, obra de Vázquez Consuegra, incluye museo interactivo, sala audiovisual, tiendas y sede administrativa
Actualizado: GuardarHan pasado 2.200 años desde que los primeros habitantes romanos, según sus huellas, hicieran de Baelo Claudia una ciudad portuaria y pesquera, escala forzosa antes de cruzar Las Columnas de Hércules, esa imponente frontera natural conocida después como Estrecho de Gibraltar.
Han pasado 90 años desde que Pierre Paris, un arqueólogo francés, confirmara que los restos diseminados por la ensenada ocultaban un asentamiento romano excepcionalmente conservado -una teoría escrita ya por el monje belga Jules Furgus una década antes, en 1907-.
Han pasado 23 años desde que la Junta de Andalucía se hiciera cargo de los restos y 18 desde que fueran declarados Conjunto Histórico, con todos los compromisos de protección, cuidado y difusión que la legislación reserva a estos casos. Con esa mayoría de edad recién estrenada, ayer llegó un regalo que viste de largo la privilegiada villa romana, situada frente a la primera y majestuosa silueta de África, en el término municipal de Tarifa y ante una de las playas más hermosas de toda la Península Ibérica.
El obsequio es una especie de joyero gigante, rectangular, de altura inofensiva para el paisaje, pensado por el arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra, integrado en las colinas que protegen la mítica duna de Bolonia.
Las joyas que contiene son algunas de las esculturas, piezas y pistas (fechadas desde el siglo II a. de C. hasta el siglo IV) en el riquísimo y excepcional asentamiento de la que fuera ciudad romana. Estos tesoros, en forma de exposición permanente, están divididos en dos salas y cuentan con paneles explicativos y montajes audiovisuales que sirven para entender hasta el detalle la actividad industrial, la vida cotidiana, los rituales, las costumbres y los datos fundamentales de Baelo Claudia.
El edificio, inaugurado ayer, está presidido a la entrada por una frase de Estrabón, que en su Geografía (texto básico en la educación de las clases privilegiadas) definía la villa como «el puerto donde se embarca hasta Tingis, Mauritania».
Esa frase, ilustra todo lo que ofrece el edificio, dotado también con un archivo, una biblioteca especializada, una sala para montajes audiovisuales (a modo de pequeño cine), espacio para muestras temporales, oficinas, patios para el descanso de los visitantes o tienda de recuerdos.
Destaca, en la construcción del Centro, la creación de espacios abiertos (de hasta diez metros de ancho por cinco de alto) que se convierten en miradores, sin más obstáculos que protecciones transparentes. Estos inmensos balcones permiten apreciar, como desde ningún otro lugar de la zona, el mágico patrimonio natural que acompaña al histórico.
Vanguardia y diseño
Todo está fundido en un conjunto de dos alturas, de decoración minimalista, aspecto limpio, pé-treo en la fachada y metálico por dentro, amplio, tan respetuoso con el entorno que ha escondido el aparcamiento, invisible desde la playa, situado entre el inmueble y las montañas que le guardan las espaldas.
La consejera de Cultura, Rosa Torres, fue la encargada ayer de la inauguración formal, escoltada por la actual delegada provincial (Dolores Caballero) y su predecesora en el cargo (Bibiana Aido) responsables del origen y la culminación de la iniciativa.
La construcción y equipamiento de esta sede se ha prolongado durante cuatro años y levantó momentáneas protestas de grupos ecologistas, que consideraban agresivo el inmueble, insertado en un Parque Natural. Ayer, no hubo rastros de aquel malestar.
La inversión de la Junta ha rondado los siete millones de euros, de los que 1.279.000 euros han sido aportados por la Diputación Provincial de Cádiz (con fondos europeos Cultur-Cad) y el Instituto de Empleo y Desarrollo Socioeconómico y Tecnológico para financiar el proyecto museístico.
La ubicación del edificio está alejada del yacimiento, dado que aún resta por explorar un perímetro próximo a la ciudad de Baelo Claudia, en el que los expertos esperan encontrar nuevos vestigios de necrópolis y acueductos.
Para su emplazamiento ha sido necesario, además de realizar diversas actividades de prospección y sondeos arqueológicos, combinar un lugar que no tuviera contenido arqueológico con una situación lo más cercana posible a la ciudad romana.
La consejera Rosa Torres, maestra de ceremonias, destacó la oportunidad de la inauguración «en una etapa de auge del turismo cultural». Como dato para el optimismo, que justifica la creación de un centro para recibir, atender y detallar a los visitantes, aseguró que «Baelo Claudia recibió más de 120.000 visitas durante 2006, pero este año ya está a punto de superar las 140.000».
Todos los que lleguen a partir de ahora contarán con un complemento cómodo, ilustrativo y lujoso que les permitirá descansar, aprender y contemplar 22 siglos de Historia, además de dos continentes y una de las últimas playas semivírgenes del Sur de Europa.
Unas joyas tan grandes necesitaban una caja de tamaño acorde al valor de lo que encierra. John Conditt, en 1719, fue el primero que descubrió restos y dejó escrito que la ensenada podría esconder secretos. Su teoría fue confirmada en 1907 por el religioso belga Jules Furgus, en viaje cultural hacia África. Diez años después, el arqueólogo Pierre Paris descubrió el centro del yacimiento, estableció las primeras fechas y abrió los ojos a los estudiosos para que, finalmente, sacaran del subsuelo las 13 hectáreas que me-jor dibujan una ciudad romana pesquera en toda España. Isidoro Otero fue un héroe semidesconocido que, en los duros años 20 y 30, se expuso a diario, por voluntad propia, para que los expoliadores no dejaran Bolonia convertida en un desierto de historia.
En 1925 fue declarada la zona Monumento Nacional. En 1966, se dictaminó su «vigilancia permanente». En 1984, la Junta asume la gestión y cinco años después, queda declarado Conjunto Protegido. La última fecha señalada, por ahora, es la de ayer, día de la inauguración del Centro de Visitantes.