Otros cuentos de Navidad
Con la venia de Charles Dickens, las vacaciones de Navidad proporcionan un excelente pretexto para desconectar los descodificadores y codificarnos en torno a esa especie de videoconsola mágica cuyos niveles son páginas y que no necesitan de mayor enchufe o pilas que la imaginación de los lectores para echar a andar.
Actualizado: Guardar¿A cuánto estará el metro y medio de libro para adornar estanterías? Los que les sugiero no ocupan siquiera una balda, no son fáciles de localizar y están firmados por autores residentes o nacidos en esta rara tierra que actualmente fabrica muchas más palabras que componentes de la General Motors.
Desayúnense, si les place con Horrormanía, toda una enciclopedia del cine de terror que firma uno de sus especialistas, José Manuel Serrano Cueto (Cádiz, 1976), que ya había dedicado varias monografías a la pantalla grande y a sus contenidos. En este caso, e impreso por Alberto Santos Editor, Serrano junto más de 2.500 referencias al género, incluyendo cineastas, escritores, críticos, fanzines, revistas, festivales, películas o argumentos. Es un volumen de casi 500 páginas pobladas, como él mismo dice, «con zombis, fantasmas, vampiros, hombres lobo, brujas, alienígenas, asesinos en serie, científicos desquiciados, muñecos malignos y toda clase de seres ¿imposibles?».
De tono diametralmente distinto es el contexto de La Andalucía de Ehrenburg. Una crónica republicana, un ensayo aparecido como el número 3 de la colección Tierra de Nadie y que firma Carlos M. López Ramos (Cádiz, 1955). Se trata de una rigurosa y por ella amena aproximación a la figura del escritor soviético Ilya Ehrenburg, que acota sus impresiones y juicios a propósito de Andalucía y, en especial, respecto a la provincia de Cádiz y el anarcosindicalismo de Jerez, las ciudades que visitó en 1931 y sobre las que reflexionaría en su obra España, república de trabajadores (1932).
Anárquico pero poco sindical fue en vida Fernando Cañas (Jerez de la Frontera, 1964), un músico de primera que formó filas en Affaire Niña Mónica y otros grupos de la movida gaditana de su tiempo. Su prematura y accidental muerte en 2004, al menos ha motivado el rescate de su obra poética, bajo el especial empeño de Juan Diego Fernández. Junto a un prólogo suyo y bajo el sello de EH Editores, acaba de aparecer una antología titulada Diamante roto en el que más se un lector se sorprenderá con la lucidez de un poeta desgarrado. Me resisto a llamarlo urbano porque cuando él los escribió dicho término no estaba aún tan trillado.
Los dueños del ritmo, por otra parte, viene a ser la confirmación de la alternativa narrativa que ya protagonizó José Eduardo Tornay (Algeciras, 1968) con su celebrado conjunto de relatos Los observatorios. Buena prosa y peor leche son los valores que adornan a este escritor de raza cuya obra empieza a trascender con fortuna más allá de las fronteras de su domicilio habitual. Con este título y otros tres más, se estrena en ese ámbito la editorial madrileña La Fábrica, que hasta ahora se dedicaba a la (buena) impresión de libros de fotografía. Los textos de Tornay, por otra parte, son sobradamente gráficos y merecieron ya el aplauso de Hipólito G. Navarro y del malogrado Juan Luis Romero Peche. Sus referencias, he ahí, son excepcionales.